Autorretrato |
Mark Ryden es el maestro del Lowbrow. Y no
lo digo yo solo. En 2010, The New York Times lo consideraría como tal.
Aquel niño de Oregon, criado en el sur de California, desarrollaría un talento
muy particular, un gusto por lo tétrico y lo dulce que le llevaría a ser el
mejor en esta materia con el paso de los años. Creció en cuerpo, pero hasta el
día de hoy se ha mantenido en la línea de sus primitivos dibujos escolares:
gatos de tres ojos, animales con las tripas fuera y otros personajes bizarros
que horrorizarían a sus profesores pero, por suerte, recibirían la aceptación
paterna.
Cierto es que su carrera se iniciaría a una edad
temprana pero ha sido en estos últimos veinte años cuando ha conseguido asentar
su nombre en los cimientos del Arte Contemporáneo. Un primer trabajo con el
excéntrico Michael Jackson –la creación de la portada de Dangerous (1991)–
pondría a Ryden en boca de todos. Poco tardaría en empezar a colaborar con Juxtapoz,
templo periodístico del susodicho Lowbrow, además de iniciar sus
exposiciones en La Luz de Jesús, la gran catedral del arte kitsch.
Pero, si estamos hablando de Lowbrow, ¿cómo
puede ser que se relacione al mismo tiempo con el Kitsch? Ryden es el primero
en fusionar estos dos artes tan semejantes y tan dispares a la vez. Consigue
hacer algo muy particular, un Kitsch moderno. O, mejor dicho, supera el Kitsch,
trasciende más allá de este, lo refina, y da lugar a lo que últimamente es
llamado Surrealismo pop. Particularmente, es un nombre que no me acaba de
convencer por la disparidad entre un arte que sale del entendimiento y otro que
no tiene pretensión alguna. Pero la maestría de Mark Ryden consigue que todo
tenga un sentido.
Allegory of the Four Elements |
Saint Barbie |
El arte de Ryden parte de aquellos primeros
dibujos, de aquel niño introspectivo, de esa visión interior de la realidad, para
absorber a la cultura pop que envuelve al artista y a la sociedad en la que se
mueve. Unos animales propios del país de las maravillas se exponen en entornos
circenses; Jesucristo –uno de los mayores exponentes del kitsch– es capaz de
montar en bicicleta, al tiempo que Barbie es considerada una santa; niñas de
ojos grandes, con piel de porcelana, toman té y llevan vestidos de carne; el
propio Abraham Lincoln resucita en múltiples obras de este genio.
Lo mejor del imaginario de Ryden es que las
imágenes pop, las apariciones religiosas, los personajes tétricos y los
animales fantásticos nacen con una técnica puramente clásica. El aprendizaje
del artista surge de la contemplación en los museos y consigue inducirse de
toda la pintura clasicista francesa –en especial de David e Ingres– para darle
a sus obras ese toque dulce, ese difuminado tan particular, entrelazando el
óleo del XIX con la visión del mundo actual.
Main Street USA |
En una de sus más recientes entrevistas para Amsterdam
Enjoy, Mark Ryden afirmó que desearía tener un espacio museístico donde
poder exponer su colección. Para él sería algo maravilloso. Y creo que para
todo aquel que descubre su obra también.
Charlie W.
Pinxit, Mark Ryden. Taschen, 2011.
Mark Ryden: The Gay ‘90s, Amanda Erlanson. Rizzoli, 2013.
www.markryden.com
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