Alrededor de los años 50 del siglo pasado, los
artistas estadounidenses empezaron a desarrollar algo llamado happenings,
acciones teatrales callejeras que pretendían motivar al público que las
observaba. Y ya sabemos que el arte tiende al extremo, así que tendrían que
pasar tan sólo veinte años para el nacimiento de la performance,
manifestaciones que radicalizaban el papel del artista y cuestionaban los
límites del arte. El cuerpo ya no era un contenedor de obras sino que se
convertía en el lienzo y en el pincel. Se dejaba atrás todo elemento que no
fuera el más puro “yo” físico y artístico.
Desde entonces hasta el punto en que nos
encontramos a día de hoy, gran variedad de artistas han hecho de la performance
su proyección artística, una forma de expresión que ha avanzado hasta lo más
recóndito de cada ser. Es aquí donde nos encontramos a la artista que nos
ocupa, Millie Brown, una joven inglesa que ha sabido recoger toda esa tradición
y crear algo muy propio. Las performances de Millie no son aptas para público
sensible así es que para llegar a comprenderlas se debe tener una concepción
artística muy amplia.
Millie vomita. Tan simple como eso. Y a la vez tan
complicado. La artista se reúne ante un grupo que decide observar como crea
obras a partir de sus fluidos gástricos. Pero no todo se resume a eso. Detrás
de las performances de Millie hay todo un sentido que la lleva a ingerir leche
con colorante para después regurgitarla y crear una composición pictórica sobre
un lienzo que se extiende a sus pies. Sí, es una creación muy extrema y puede
que para algunos pueda resultar desagradable contemplarlo, pero considero que debe
conocerse la experiencia artística. Así que para los más osados me interrumpo
con una de sus performances más conocidas, Nexus Vomitus, a pesar de ser
una grabación sin público que no causa la misma reacción que un directo. Para
aquellos que no se vean con un estómago capaz de resistirlo, dejo el resultado
final de la acción. A todos, os acompaño a seguir descubriendo a Millie más
abajo.
Resultado de Nexus Vomitus |
¿Rompedor, verdad? Pues bien, Millie no es una joven bulímica que busca llamar la atención. El uso de fluidos en la
creación artística se convirtió en algo habitual en el momento en que las
acciones iniciaron su radicalización. Millie únicamente bebe –nunca mejor dicho–
de una tradición del cuerpo doliente. Los artistas de los 70 realizaban
prácticas contraculturales, sometían al cuerpo al dolor para romper con todo
aquello que pretendía imponerse, un arte comprometido con una sociedad que
destruía esquemas. Gina Pane es quizás una de las artistas que más entronca con
el sufrimiento, pues se realizaba cortes con cuchillas por todo el cuerpo ante
un atónito público que no sabía reaccionar. Incluso si nos remitimos mucho más
atrás de Gina, y en palabras de la propia Millie, el expresionismo de Pollock
es lo que la conduce a pintar de esa forma. Ya no hay ni pincel, ni palos, ni
cuchillos. La pintura se arroja desde el estómago, desde lo más profundo del
“yo” para extraer las emociones más aferradas en su interior.
Millie Brown se opone a lo Sublime, intentando que
el espectador descubra otras formas de Belleza en lo abyecto. Se expone a unos
niveles que la llevan a límites muy finos entre el arte y la locura. Rompe los moldes
de una sociedad adormecida y cada vez más acomodada. Presenta realidades. Desde
sus primeras performances vomitando sobre sí misma hasta el vómito sobre el
lienzo o sobre otros participantes, Millie busca lo obsceno y lo hiriente sin
ningún tipo de ilusionismo, es toda una verdad. Enfrentándose a sí misma
provoca que el espectador también lo haga. Aquel que contempla su arte, descubre unos cánones
impuestos en su interior que se destruyen con la performance, con un acto libre
tan propio que no responde ante nada ni ante nadie.
Charlie W.
Otras
performances de Millie Brown:
¡Brillante artículo!
ResponderEliminarMe gustaría preguntarte si crees que, en este caso, "lo artístico" reside en el proceso y no en el resultado. El lienzo en si, manchado de esta leche con colorante, no transmite las emociones que si logra el hecho de que el pigmento sea regurgitado. Corrígeme si me equivoco, en estos casos, ¿puede tener el resultado de la performance (en este caso el lienzo) un valor como tal? ¿No se convierte tan solo en un simple "contenedor"?
Gracias y ánimo
Abrazos medievales
En el caso de Millie, y me arriesgaría a decir que en el caso de todos los artistas de performance, la emoción está, como dices, en el acto. Quizás un lienzo de Millie no tiene sentido alguno fuera del contexto de la acción. Es el hecho de ponerse ante él y obligarse a vomitar el momento en que se expresa. Cuando la performance acaba, también acaba la emoción. Por eso ni siquiera el vídeo acaba de retransmitir con exactitud lo que quiere decirnos.
ResponderEliminarMuchas gracias por pasarte. ¡Un saludo!