El cuestionamiento de los límites del arte se ha
convertido en algo habitual en los últimos 30 años. Y con Damien Hirst, la
polémica está servida. Con su obra pretende impactar al espectador y hacer que
reaccione, ya sea con un aplauso o con un gesto de negación. Pero que diga
algo. Porque eso es lo que ansía. Que la gente hable de él, que comenten, que
su nombre resuene. Sus creaciones tienen como fin último el intento de adquirir
un gran estruendo en los medios de comunicación y en la sociedad. Y lo logra.
La obra de este artista es muy extensa. Se mueve
entre la escultura, el dibujo, la instalación, la fotografía y la pintura. Pero
un común denominador a toda ella es la idea de la muerte. Este es el verdadero
punto central. Su miedo a morir le ha llevado a elaborar unas obras que marcan
continuamente el intento de perdurar en el tiempo y no desvanecerse. Y aquí
está esa búsqueda de fama. El hecho de provocar con su arte y hacer que todos
hablen de él tiene un efecto positivo para el propio Damien Hirst: cuanto más
se le conozca, menos alcance tendrá la muerte sobre él. Es el conocido “que
hablen; mal o bien, pero que hablen”.
Mother and Child (Divided) |
Para comprender por qué es tan polémico, he
seleccionado únicamente una pequeña parte de su colección, una vía de creación.
En el año 1991, Damien Hirst comenzaría a trabajar en su Natural History,
una unión del debate entre la vida y la muerte que incorpora a la ciencia como
una nueva religión, tema que seguiría desarrollando en otros trabajos. En esta
historia natural, el artista escoge animales muertos, algunos de los cuales son
diseccionados, y los sumerge en grandes tanques de acero y cristal rebosantes
de formol. Con ello, lo que consigue es retener durante años en perfecto estado
a los animales. Es como si para ellos no pasara el tiempo, como si con esta
práctica consiguiera burlar a la muerte. El tanque es la definición de un
espacio sepulcral y la muestra de la fragilidad de la existencia. El formol es
el líquido casi divino que consigue retener viva la belleza, como una fuente de
la eterna juventud.
Se hace evidente, pues, que con semejante práctica
se enciendan debates de opinión y muchos sectores sociales, sobretodo los
defensores de los animales, salten al cuello de Damien Hirst. Así que su obra
es todo un logro para él. Ese miedo a morir desaparece cuando expone una vaca
diseccionada y sumergida en formol, porque la conserva bella y hace que su nombre permanezca con vida.
Este zoo de animales muertos le llevó a adquirir
un gran reconocimiento internacional. A pesar de ser una obra desagradable
incluso para un museo de arte contemporáneo, sus creaciones le han hecho uno de los artistas más ricos de todo el siglo XXI. Ya en los años 90 se
convertiría, gracias a Natural History, en uno de los símbolos del arte
británico contemporáneo. Pasaría a formar parte de la Young British Artists (YBA),
un movimiento de jóvenes artistas británicos visuales, muchos de los cuales
fueron mecenados por Charles Saatchi. En la actualidad cuenta con diferentes
estudios en todo el Reino Unido con más de 100 personas a su cargo que trabajan
sobre su ideario.
Valdría la pena destacar la obra emblemática de
esta historia natural: The Physical Impossibility of Death in the Mind of
Someone Living, un tiburón tigre de más de cuatro metros de largo que se
mantenía en posición de ataque perfectamente conservado en el formol. A parte
de ser una de las creaciones por las que más le han pagado, el tiburón tigre
supuso un replanteamiento en el ideal de Damien Hirst. En el año 2006 tuvo que
ser reemplazado por otro tiburón puesto que el anterior se acabó pudriendo.
The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living |
Charlie W.
Os dejo con el enlace a la web del propio Damien Hirst por si os interesa seguir investigando su obra.
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