Janis Joplin, Jimi Hendrix, Jim Morrison...
No, hoy no voy a hablar de música. Aunque me encantaría. Y no estaría mal leer
esta entrada escuchando a alguno de los que acabo de mencionar. Pero hay
algunas cosas que les unen: la muerte a los 27 años, el rock psicodélico y el
consumo de heroína y LSD. Por ahí es por donde vamos a tirar hoy. Recientemente
he conocido el blotter art, algo que
me pareció tan sumamente increíble que tengo la necesidad de compartirlo con
vosotros. Que su vínculo con las drogas no os haga prejuzgarlo. Aunque
conociendo a gran parte de mis lectores ya sé que esto os llamará la atención
tanto como a mí.
Jeff Hopp Jimi Hendrix |
Para ponernos en situación, el término blotter hace referencia al papel secante
–como en esa excitante canción de Extremoduro–. A partir de los años 60, con el
consumo de drogas psicodélicas, este papel se popularizó como una forma rápida de
consumir LSD. Grandes planchas de papel podían troquelarse en pequeños
cuadraditos de 5x5 milímetros que se consumían oralmente. Para haceros una
idea: de un gramo puro sacaban unas diez mil dosis. Antes se habían dedicado a
comerciar con él en terrones de azúcar o gominolas. Pero el blotter hacía que cada camello pudiera
diseñar la imagen de su LSD específico, como una marca de la casa. El viaje
cósmico al que conducía hizo que todos quisieran acercarse a él a probarlo.
Puede que por culpa de este, los artistas llegaran a otras drogas como la
heroína, que los acabó matando. Pero es que sin LSD no hubieran cantado hasta
llevarnos al orgasmo.
Y entonces, ¿dónde se sitúa el blotter art en todo esto? Pues no es más que un arte que recupera ese papel
secante como superficie y trae a la luz las imágenes del psicodélico pasado
sesentero. Los artistas del blotter art se
han dedicado a pintar sobre las planchas de papel secante como una forma de
mantener vivo el espíritu de las experiencias que proporcionaba el LSD. Así
pues, las obras ilustran a personajes como John Lennon, la Alicia de Lewis
Carroll o Roger Rabbit. Puede que sin quererlo descubran a la
sociedad unos personajes que salen de experiencias con opiáceos que por culpa
de su popularización han perdido este origen desinhibido.
Mickey Mouse Face |
Una de las críticas más feroces que ha
recibido el blotter art y por la cual se le ha perseguido más ha sido la de las asociaciones de madres y padres de Estados
Unidos preocupados por la cercanía de las imágenes a sus hijos. El hecho de que
algunos artistas utilicen dibujos animados como protagonistas de sus obras les
hace temer que las criaturitas caigan en las garras de las drogas. Ante todo,
estamos hablando de un arte que desde el 2002 no tiene más vínculo con el LSD
que el recuerdo, ya que los artistas sólo utilizan el papel secante como
soporte de pintura y no le añaden droga. Así que, como mucho, el niño o la niña que ingiriera la obra sufriría una indigestión. Además, cuán hipócrita es la sociedad
estadounidense, que teme que los niños se acerquen a las drogas pero no les
importa que accedan fácilmente a las armas. Es más sencillo enseñarlos a
defenderse de otros que de sí mismos.
Pero vayamos a lo que aquí nos ocupa. Dentro
del mundo del blotter art, el hombre
más conocido es seguramente Mark McCloud. En su casa guarda una increíble
cantidad de obras realizadas en papel secante. Como el que se dedica a
confeccionar una selecta colección de sellos, Mark lo hace con blotter. La diferencia es que la policía
le arresta cada poco tiempo por el aspecto de su afición. A partir de los años
70, cuando este arte empezaba a asomar la cabeza, Mark no dudó en comenzar a
coleccionarlo. Según él, se dedicó a secar los papeles para extraerles todo
el LSD y guardarlos como un testimonio artístico. Aunque quién sabe qué parte
de la compra se llevaba a la boca en vez de enmarcarla.
Ciaran Shaman Eden in the propellers of time |
Si rompedor había sido serigrafiar la
cara de Marilyn Monroe y reproducirla en cientos de lienzos, el blotter art lo llega a sobrepasar. Ya no
eran únicamente copias y copias de una imagen sino que esta iba acompañada de
una experiencia extrasensorial. El arte se metía dentro del cuerpo del que lo
compraba. Pero claro, el arte no era lo que lleva al comprador a otro mundo. Mark
McCloud consideraba los papeles como si se trataran de las hostias de una misa,
como si la experiencia mística que produjera el LSD fuera la misma que daba el
cuerpo de Cristo. En algo difiero con él: el místico vive un éxtasis ascendente
donde queda en suspensión y el drogadicto sólo encuentra caída al final de su
viaje. Pero ni mucho menos voy a ser yo el que juzgue el LSD. Adelante aquel
que quiera atreverse a probarlo. Puede que ahí encuentre las imágenes que ha
popularizado el blotter art. ¿Quién
sabe si a través del LSD puede llegar a ser el próximo Mesías del arte?
Charlie W.
Para los que se quieran adentrar algo más en el mundo del LSD, aquí os dejo un link a una galería online de blotter art. Además, os recomiendo encarecidamente el documental Inside LSD de National Geographic.
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