Si uno abre un libro de texto escolar de Historia
del Arte, además de sentirse horrorizado por la forma en que se destripa el
espíritu artístico, se encontrará, azarosamente, con cosas como: «con la
reproducción de la lata de sopa Campbell, Warhol aproximó la expresión
artística a la clase popular; demostró que un objeto puede ser transformado en
arte, denunciando a su vez la cultura de consumo y representando a América con
sólo una imagen.» ¡Qué sarta de estupideces! Si uno, después de haber leído
esto, se dedica a buscar entrevistas del artista, su autobiografía y
demás material crítico, se encontrará con que le han engañado de la peor forma.
No voy a dedicarme a desmitificar a Warhol aquí –ya hay otra entrada en este
blog que lo hace–. Esto me sirve de pretexto para demostrar que aquel que se
inicia en el estudio del arte se encuentra con elementos que deformarán la
realidad. Si esta persona se limita a este tipo de informaciones banales, se
acaba cargando de ideas defectuosas que traspasa a los que le rodean. Es así
como se ha acabado creando una sociedad en torno al arte contemporáneo que lo
rechaza por unos tópicos claves que hoy vengo a desgranar.
«El arte contemporáneo no es arte»
Esta frase es corriente en aquellos que aparecen
en los museos como si ocurriera el deus ex machina de una tragedia
griega. No saben como han llegado hasta allí pero se creen capaces de resolver
la situación con sólo abrir la boca. ¿Justificación? Ninguna. Pero como es algo
que deben haber escuchado de algún puritano que sigue afincado en la Florencia
de los Médici, sublimando eternamente a Miguel Ángel, consideran que pueden
hacerse suyo este argumento. Razones tendrá alguien que lleva toda su vida
dedicada al estudio del Renacimiento para creer que no hay arte a partir del
siglo XX. Pero que una de estas garrapatas sociales sin criterio se lo apropie
para dárselas de entendido… Lea usted un poco y dedíquese a reflexionar cuando
cruce la puerta del museo en vez de hacer una batida en media hora para conseguir
el máximo de selfies junto a un cuadro para poder compartirlo después
con otros mil amigos de Facebook que inútilmente pensarán que entiende de arte.
Marcel Duchamp Fountain 1917 |
«Es que yo de arte no entiendo»
¿Entiendo yo de fútbol? Cero. Así que ni hablo de
ello, ni lo veo, ni compro un periódico de deportes, ni voy por el mundo
visitando campos de fútbol. Dejen de pensar que necesitan entender de arte. De
verdad. El mundo va a seguir girando. Si hemos llegado hasta aquí con siglos de
analfabetismo artístico, por qué empeñarse ahora en que todo el mundo debe
comprender el arte. ¡Que sería magnífico, no lo niego! Pero se ha perdido el
rumbo. Saber de arte no es tener una larga lista de obras mundialmente
conocidas que se van tachando a medida que se van viendo. Ni yo mismo sé qué es
eso de entender de arte. Vaya, ni Picasso sabía muchas veces sobre lo que
pintaba. Pero mientras uno tenga la mente abierta, puede acercarse al arte sin
ninguna intención de comprender nada. El arte está ahí. Dialogue usted con él y
a ver qué pasa.
«Eso también lo sé hacer yo»
Este tópico va irremediablemente colocado en boca
de un adolescente pseudorebelde que intenta impresionar a sus compañeros de
clase ante la imagen de un Pollock. No tengo la menor duda de que esta
garrapata podría hacer algo parecido a la obra del expresionista americano.
Aunque el dripping no sé si sería con pincel y pintura. Ya sabéis, la
obsesión onanista va por encima del gusto estético en un quinceañero
superhormonado. ¿Para qué hacerle caso? No vale la pena. Es una pérdida de
tiempo detenerse a explicarle que sí, que él podría hacerlo, pero que Pollock
estaba antes que él, y que por eso la obra de uno vale millones y la obra de
otro no sirve ni para colgarla en la nevera de su abuela. Aquí hay alguien culpable de que
todas estas generaciones hayan perdido el interés por el arte. Lo que hay que
oír.
Jackson Pollock Mural 1943 |
«El arte ya no es popular, se ha
alejado de la gente»
Bueno, esto ya es para un nivel algo superior.
Aquí vuelve la figura del puritano, del entendido en arte, del que moriría por
salvar el aire contenido en las Meninas de Velázquez pero que vomita sobre la
tumba de Dalí. ¿Cuándo ha sido el arte cercano a la gente? Reflexionemos. ¿Para
quién era el arte renacentista y barroco? Para la Iglesia y para la “clase
política”. ¿Dónde guardaba Goya las pinturas que no hacía para ninguno de estos
dos estamentos? En su casa. ¿Qué se dedicaron a pintar los románticos? A la
clase burguesa. Y así podría hacer con todo. Si el arte ha estado cerca de la
gente alguna vez ha sido ahora. Podría aceptar el Románico como etapa en que el
arte también iba dedicado al pueblo. Pero los fines son tan maquiavélicos que
no sé si puede considerarse popular. Ha sido en el último siglo cuando se han
derruido esos grandes bastiones de poder, que controlaban el academicismo y
oprimían al artista, separándolo de la calle. El arte ha vuelto a la gente y no
lo hacía desde que las primitivas tribus se dedicaban a decorar cuencos y a
hacer figuras de diosas fecundas. Es la sociedad la que se ha alejado ahora del
arte.
Spencer Tunick Düsseldorf 4 (Museum Kunst Palast) 2006 |
La lista de tópicos podría ser mucho más larga
pero vivimos en unos tiempos tan rápidos que gloria será que tú hayas llegado
hasta aquí. Podríamos hablar de la muerte del arte, de las extrañas cosas que
uno ve en un lienzo, de lo elitista que es la clase artística… Tantísimos
tópicos que pueden desmontarse con algo de criterio. Mi objetivo no ha sido
ponerme por encima del resto y señalar con dedo acusador a los paganos que
insultan al arte. Como tantas otras entradas, esta tiene la intención de
remover conciencias. Si algún propósito tiene este blog es el de hacer ver que
el arte puede llegar a todo el mundo. Pero el mundo debe empezar a girar hacia
el arte.
Charlie W.
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