Antes de empezar, debo reconocer algo: hasta hace unos meses no
soportaba a Ai Weiwei. No sé de dónde venía mi desgana hacia él, totalmente
injustificada. Supongo que no es como con Jeff Koons, que me podría pasar horas
tirando por tierra sus propuestas. Diría que no me había acercado lo suficiente
a él como para que me atrajera. O que me enervó su última polémica con unas
vasijas de la dinastía Han. Da igual. El caso es que, aprovechando la
exposición On the table. Ai Weiwei, que puede visitarse actualmente en
La Virreina, Centre de la Imatge (Barcelona), decidí pasarme por allí para
darme cuenta de que su faceta como artivista me fascina.
Descubrí que Ai Weiwei es totalmente directo y sin tapujos. Su
imagen, sobre todo la de las fotografías de los últimos años, desprende un
carácter tan desafiante que a mí particularmente me atrae. Es por ello que debo
destacar la instalación Cao. Aparentemente, nos encontramos con una sala
decorada con papel pintado y lo que podríamos definir como una manta
escultórica que imita la hierba. Si nos acercamos a las paredes, vemos que los
dibujos del papel son, en palabras de los textos de la exposición, «el brazo
con el dedo del corazón irreverente y desafiante». Vaya, un corte de mangas de
toda la vida. Resulta hilarante descubrir que la palabra cao en chino
significa hierba, pero es homófona de lo que en inglés equivale a fuck.
Entonces empiezas a ver como del suelo se levanta una escultura que dice «¡jódete!».
Pero Ai Weiwei no se dirige al espectador que decide contemplar su obra sino a
las instituciones y los imperativos que se imponen al artista y al visitante
para crear una imagen borrosa de la realidad.
Ai Weiwei Cao 2014 |
Así se mueve por el mundo, injuriando contra todo lo que
se encuentra. Volvemos a encontrarnos con este motivo en la serie Study of
Perspective, 1995 – 2011. Durante todos esos años, justo antes de ser
detenido por el gobierno chino, Ai Weiwei estuvo viajando a diversas ciudades y
retratando lugares muy conocidos junto a su «dedo del corazón irreverente y
desafiante». De esta forma ataca al gobierno de su país, al de Alemania o al de
Estados Unidos, se revela contra el pasado clásico en el Coliseo romano, se
queja de la masificación turística frente a la Torre Eiffel, se ríe de las
imposiciones canónicas del Guggenheim de Nueva York e incluso critica el pasado
fascista español que se conserva todavía en el Valle de los Caídos. Ai Weiwei
no deja títere con cabeza en una ayuda a las personas para que reflexionen
sobre lo que les envuelve, para que piensen por sí mismos y tengan consciencia
de sus derechos fundamentales. «La libertad conlleva el derecho a cuestionarlo
todo.»
Ai Weiwei Study of Perspective, 1995 - 2011 |
Como avanzaba antes, su constante crítica a los imperativos
institucionales provocaron que el gobierno de China encarcelara al artista por
denunciar la sumergida dictadura que todavía dirige la nación. Ai Weiwei es de
los pocos que ha intentado que el pueblo chino conozca las imágenes de los
sucesos de la plaza de Tian’anmen, ya que quince años después parece ser una
información desconocida para la gran mayoría de la población. Esta intensa
denuncia es lo que provoca la gran cantidad de documentales que pueblan la
exposición. Es clave el llamado Ai Weiwei’s Appeal ¥15,220,910.50, donde
se habla de su detención de 81 días durante 2011 porque fue acusado de cometer fraude
fiscal a través de su estudio. El número
de yenes corresponde a la contribución económica que miles de personas de
alrededor del mundo aportarían para pagar su fianza. A día de hoy, el caso ha
quedado en el aire sin resolver. Se pone de manifiesto, una vez más, la grave
falta de democracia en China, la incompetencia del funcionariado estatal y el
silencio de los principales gobiernos mundiales.
Es reconfortante llegar al final de la exposición y poder sentarse
en las mismas sillas y frente a la misma mesa del estudio de Ai Weiwei. Este
lugar es el que justifica el título de todo el recorrido. Tras hacer una visita
ciertamente cruda sobre la falta de libertades en su país natal, el artista nos
permite sentarnos a su mesa como si fuéramos uno más. Pero él no está, sigue
retenido en China, desde donde mantiene difíciles contactos con agentes de todo
el mundo que se dedican a mantener vivo su artivismo. Es el perfecto lugar para
sentarse a reflexionar con los que nos hayan acompañado o, como en mi caso, si
hemos ido solos, debatir interiormente o con desconocidos lo que acabamos de
ver. Es de agradecer que Ai Weiwei cumpla con lo que propone: no se limita a
denunciar sino que actúa para que las cosas cambien, cueste lo que cueste. A
pesar de no estar sentado en esa mesa con nosotros parece decirnos «muévete ya o acabarás tan pisado como los demás.»
Charlie W.
La exposición On the table. Ai Weiwei puede visitarse en La
Virreina, Centre de la Imatge (Barcelona) hasta el 1 de febrero del próximo
año.
Parece una propuesta muy coherente ¿no? Pero primero 'magical girl', si tengo tiempo la iré a ver y te comento.
ResponderEliminarLa expo está hasta febrero, Marta. Siempre podrás encontrar un huequito :)
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