«No he hecho nada para recibir este premio, no entiendo por qué me
lo dan. Sobre todo, porque soy muy crítica con la desastrosa política cultural
del Gobierno.» Así de sorprendida se declaraba esta semana Esther Ferrer a El País, tras obtener el Premio Velázquez de las Artes Plásticas «por la
coherencia y el rigor de su trabajo durante cinco décadas, en las que destaca
como una artista interdisciplinar, centrada en la performance y conocida por
sus propuestas conceptuales y radicales.» Es el Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte el encargado de otorgar este galardón. La misma entidad que
se está dedicando a derrumbar los pilares fundamentales de nuestra sociedad,
creando autómatas sin cerebro ni corazón, obedientes y vacíos. Pero no nos
pongamos tensos. Aprovechando la ocasión, dedico la entrada de hoy a repasar
algunos aspectos de la carrera de Esther Ferrer que me han ayudado a pensar el arte
con un enfoque distinto. Debo decir que no la conocía tanto como a otros
artistas sobre los que he hablado aquí y ha sido un placer descubrirla otra
vez.
Llegué a ella a través de una de sus primeras y más conocidas
acciones, Íntimo y personal. Con estas palabras escritas sobre su cuerpo
desnudo, la artista permitía que los participantes midieran partes de su
cuerpo, del de ellos mismos y del cuerpo de los demás. Todas las medidas iban
siendo apuntadas. Los números resultantes podían sumarse, dibujarse en el
suelo, quemarse o no hacer nada y marcharse de la performance. Se deriva de
ello lo innecesario del absoluto control sobre el cuerpo. Si vamos al contexto –final
de los años 70– entendemos que Esther Ferrer fue una de aquellas primeras que
se dio cuenta de la obsesión de las personas por ellas mismas y de lo improductivo
de este acto. Por tanto, el largo del índice derecho o la circunferencia
craneal no nos indica absolutamente nada. Son puros datos que no deberían tener
implicación en el desarrollo interno del ser y en la relación con los otros.
Esther Ferrer Íntimo y personal 1990 |
Supongo que esta performance en concreto es tan conocida porque en
ella se muestra gran parte de lo que propondría la artista en posteriores
creaciones. Esther se define como minimalista, intentando reducir al máximo los
objetos que aparecen en sus acciones, haciendo que su cuerpo sea el único
conducto entre ella y el público. Es la pobreza de materiales lo que la lleva a
conseguir una riqueza de contenido. Se desprende de todo para despejar
cualquier duda sobre lo que quiere dar a entender. Además, considera que el
soporte modifica el concepto. Por eso podemos ver una misma obra con diferentes
versiones producidas por los cambios de soporte que Esther aplica. Es el caso
de Recorrer un cuadrado de todas las formas posibles, que con motivo de
la exposición En cuatro movimientos (Museo Artium de Vitoria, 2011 – 2012)
se encontraría en el espacio físico, en los muros, sobre dibujo y performativamente.
Tanto Íntimo y personal como Recorrer un cuadrado de
todas las formas posibles nos llevan a otra de las constantes de la obra de
Esther Ferrer: la repetición. En el caso de la primera propuesta, 1977 sería
su origen pero, si no me equivoco, a día de hoy la sigue realizando. Si no es
así, hasta hace pocos años todavía la repetía. En el caso de la obra del
cuadrado, es el acto de recorrerlo de todas las formas posibles lo que genera
nuevas obras. Con la repetición se encarga de provocar nuevas experiencias
porque repetir es volver a hacer pero siempre de forma distinta. Siempre hay
una variable que provoca un cambio en la obra. Esto liga con la idea que tiene
Esther Ferrer de la performance: arte del tiempo, del espacio y de la
presencia. Estos tres componentes son los que van a provocar que una acción se
realice de una determinada manera y los cambios en ellos lo pueden modificar
todo.
Esther Ferrer Recorrer un cuadrado de todas las formas posibles 1997 |
Si eliminamos la presencia, la performance desaparece –bajo el
punto de vista de Esther– y nos queda la instalación, campo donde también ha
ahondado. A mí me gustaría destacar las que ha dedicado a los números primos. «Lo
primero que sorprende cuando se comienza a trabajar con la serie de los números
primos es que –cualquiera que sea el sistema utilizado– el resultado es siempre
equilibrado, hermoso, y lo segundo que cuanto más grande es la obra, es decir,
cuanto más números la forman, más interesante es la estructura, nunca
simétrica, siempre en movimiento. Por ello siempre he pensado en realizar obras
monumentales como suelos, muros, tapicerías, etc.» Con esta afirmación nos
acerca la artista a su intento de materialización de los números primos. A través
de ellos ha creado instalaciones de cuerdas donde conecta unos con otros,
dibujos en los que se crean conexiones que se equilibran y suelos que responden
a una lógica cósmica. Esther Ferrer ha visto en estos números la poética del
caos universal, un alboroto de puntos que en conjunto parecen ordenados y
estables.
Ésther Ferrer Instalación basada en la serie de los números primos 1996 |
Se aleja esta práctica de lo que comentábamos al principio, cuando
la artista formaba parte del grupo ZAJ, surgido en plena dictadura franquista
con la intención de experimentar en el happening y la performance y con
una gran influencia del movimiento Fluxus de John Cage. Ahí es donde también
observamos una vertiente de Esther Ferrer, la que crea un arte comprometido con
pinceladas de ironía. Su trayectoria no mantiene una constante crítica con los
sucesos mundiales o nacionales pero sí deja entrever intentos de motivación del
pensamiento sobre el cuerpo, la edad o el paso del tiempo. En Esther Ferrer
vemos una artista polivalente, un manso río constante de reflexión y de
reflexión sobre la reflexión. Esther es una línea que avanza, se retuerce sobre
sí misma, vuelve a comenzar, se corta, salta y se bifurca. Es como el rizoma de
Deleuze, un punto del que salen múltiples raíces, pudiendo afectar e incidir
sobre las otras, expandiéndose en el tiempo y el espacio, como los números
primos.
Charlie W.
Para empezar a profundizar en Esther Ferrer, recomiendo una breve
pero interesantísima entrevista que se le realizó en el año 2012 a la artista
en el programa Metrópolis de La 2.
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