domingo, 16 de noviembre de 2014

Algunas palabras sobre ESTHER FERRER

«No he hecho nada para recibir este premio, no entiendo por qué me lo dan. Sobre todo, porque soy muy crítica con la desastrosa política cultural del Gobierno.» Así de sorprendida se declaraba esta semana Esther Ferrer a El País, tras obtener el Premio Velázquez de las Artes Plásticas «por la coherencia y el rigor de su trabajo durante cinco décadas, en las que destaca como una artista interdisciplinar, centrada en la performance y conocida por sus propuestas conceptuales y radicales.» Es el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte el encargado de otorgar este galardón. La misma entidad que se está dedicando a derrumbar los pilares fundamentales de nuestra sociedad, creando autómatas sin cerebro ni corazón, obedientes y vacíos. Pero no nos pongamos tensos. Aprovechando la ocasión, dedico la entrada de hoy a repasar algunos aspectos de la carrera de Esther Ferrer que me han ayudado a pensar el arte con un enfoque distinto. Debo decir que no la conocía tanto como a otros artistas sobre los que he hablado aquí y ha sido un placer descubrirla otra vez.

Llegué a ella a través de una de sus primeras y más conocidas acciones, Íntimo y personal. Con estas palabras escritas sobre su cuerpo desnudo, la artista permitía que los participantes midieran partes de su cuerpo, del de ellos mismos y del cuerpo de los demás. Todas las medidas iban siendo apuntadas. Los números resultantes podían sumarse, dibujarse en el suelo, quemarse o no hacer nada y marcharse de la performance. Se deriva de ello lo innecesario del absoluto control sobre el cuerpo. Si vamos al contexto –final de los años 70– entendemos que Esther Ferrer fue una de aquellas primeras que se dio cuenta de la obsesión de las personas por ellas mismas y de lo improductivo de este acto. Por tanto, el largo del índice derecho o la circunferencia craneal no nos indica absolutamente nada. Son puros datos que no deberían tener implicación en el desarrollo interno del ser y en la relación con los otros.

Esther Ferrer
Íntimo y personal
1990

Supongo que esta performance en concreto es tan conocida porque en ella se muestra gran parte de lo que propondría la artista en posteriores creaciones. Esther se define como minimalista, intentando reducir al máximo los objetos que aparecen en sus acciones, haciendo que su cuerpo sea el único conducto entre ella y el público. Es la pobreza de materiales lo que la lleva a conseguir una riqueza de contenido. Se desprende de todo para despejar cualquier duda sobre lo que quiere dar a entender. Además, considera que el soporte modifica el concepto. Por eso podemos ver una misma obra con diferentes versiones producidas por los cambios de soporte que Esther aplica. Es el caso de Recorrer un cuadrado de todas las formas posibles, que con motivo de la exposición En cuatro movimientos (Museo Artium de Vitoria, 2011  2012) se encontraría en el espacio físico, en los muros, sobre dibujo y performativamente.

Tanto Íntimo y personal como Recorrer un cuadrado de todas las formas posibles nos llevan a otra de las constantes de la obra de Esther Ferrer: la repetición. En el caso de la primera propuesta, 1977 sería su origen pero, si no me equivoco, a día de hoy la sigue realizando. Si no es así, hasta hace pocos años todavía la repetía. En el caso de la obra del cuadrado, es el acto de recorrerlo de todas las formas posibles lo que genera nuevas obras. Con la repetición se encarga de provocar nuevas experiencias porque repetir es volver a hacer pero siempre de forma distinta. Siempre hay una variable que provoca un cambio en la obra. Esto liga con la idea que tiene Esther Ferrer de la performance: arte del tiempo, del espacio y de la presencia. Estos tres componentes son los que van a provocar que una acción se realice de una determinada manera y los cambios en ellos lo pueden modificar todo.

Esther Ferrer
Recorrer un cuadrado de todas las formas posibles
1997
Si eliminamos la presencia, la performance desaparece –bajo el punto de vista de Esther– y nos queda la instalación, campo donde también ha ahondado. A mí me gustaría destacar las que ha dedicado a los números primos. «Lo primero que sorprende cuando se comienza a trabajar con la serie de los números primos es que –cualquiera que sea el sistema utilizado– el resultado es siempre equilibrado, hermoso, y lo segundo que cuanto más grande es la obra, es decir, cuanto más números la forman, más interesante es la estructura, nunca simétrica, siempre en movimiento. Por ello siempre he pensado en realizar obras monumentales como suelos, muros, tapicerías, etc.» Con esta afirmación nos acerca la artista a su intento de materialización de los números primos. A través de ellos ha creado instalaciones de cuerdas donde conecta unos con otros, dibujos en los que se crean conexiones que se equilibran y suelos que responden a una lógica cósmica. Esther Ferrer ha visto en estos números la poética del caos universal, un alboroto de puntos que en conjunto parecen ordenados y estables.

Ésther Ferrer
Instalación basada en la serie de los números primos
1996

Se aleja esta práctica de lo que comentábamos al principio, cuando la artista formaba parte del grupo ZAJ, surgido en plena dictadura franquista con la intención de experimentar en el happening y la performance y con una gran influencia del movimiento Fluxus de John Cage. Ahí es donde también observamos una vertiente de Esther Ferrer, la que crea un arte comprometido con pinceladas de ironía. Su trayectoria no mantiene una constante crítica con los sucesos mundiales o nacionales pero sí deja entrever intentos de motivación del pensamiento sobre el cuerpo, la edad o el paso del tiempo. En Esther Ferrer vemos una artista polivalente, un manso río constante de reflexión y de reflexión sobre la reflexión. Esther es una línea que avanza, se retuerce sobre sí misma, vuelve a comenzar, se corta, salta y se bifurca. Es como el rizoma de Deleuze, un punto del que salen múltiples raíces, pudiendo afectar e incidir sobre las otras, expandiéndose en el tiempo y el espacio, como los números primos.

Charlie W.


Para empezar a profundizar en Esther Ferrer, recomiendo una breve pero interesantísima entrevista que se le realizó en el año 2012 a la artista en el programa Metrópolis de La 2.

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