domingo, 6 de octubre de 2013

Las radicales performances de MILLIE BROWN

Alrededor de los años 50 del siglo pasado, los artistas estadounidenses empezaron a desarrollar algo llamado happenings, acciones teatrales callejeras que pretendían motivar al público que las observaba. Y ya sabemos que el arte tiende al extremo, así que tendrían que pasar tan sólo veinte años para el nacimiento de la performance, manifestaciones que radicalizaban el papel del artista y cuestionaban los límites del arte. El cuerpo ya no era un contenedor de obras sino que se convertía en el lienzo y en el pincel. Se dejaba atrás todo elemento que no fuera el más puro “yo” físico y artístico.

Desde entonces hasta el punto en que nos encontramos a día de hoy, gran variedad de artistas han hecho de la performance su proyección artística, una forma de expresión que ha avanzado hasta lo más recóndito de cada ser. Es aquí donde nos encontramos a la artista que nos ocupa, Millie Brown, una joven inglesa que ha sabido recoger toda esa tradición y crear algo muy propio. Las performances de Millie no son aptas para público sensible así es que para llegar a comprenderlas se debe tener una concepción artística muy amplia.

Millie vomita. Tan simple como eso. Y a la vez tan complicado. La artista se reúne ante un grupo que decide observar como crea obras a partir de sus fluidos gástricos. Pero no todo se resume a eso. Detrás de las performances de Millie hay todo un sentido que la lleva a ingerir leche con colorante para después regurgitarla y crear una composición pictórica sobre un lienzo que se extiende a sus pies. Sí, es una creación muy extrema y puede que para algunos pueda resultar desagradable contemplarlo, pero considero que debe conocerse la experiencia artística. Así que para los más osados me interrumpo con una de sus performances más conocidas, Nexus Vomitus, a pesar de ser una grabación sin público que no causa la misma reacción que un directo. Para aquellos que no se vean con un estómago capaz de resistirlo, dejo el resultado final de la acción. A todos, os acompaño a seguir descubriendo a Millie más abajo.




Resultado de Nexus Vomitus

¿Rompedor, verdad? Pues bien, Millie no es una joven bulímica que busca llamar la atención. El uso de fluidos en la creación artística se convirtió en algo habitual en el momento en que las acciones iniciaron su radicalización. Millie únicamente bebe –nunca mejor dicho– de una tradición del cuerpo doliente. Los artistas de los 70 realizaban prácticas contraculturales, sometían al cuerpo al dolor para romper con todo aquello que pretendía imponerse, un arte comprometido con una sociedad que destruía esquemas. Gina Pane es quizás una de las artistas que más entronca con el sufrimiento, pues se realizaba cortes con cuchillas por todo el cuerpo ante un atónito público que no sabía reaccionar. Incluso si nos remitimos mucho más atrás de Gina, y en palabras de la propia Millie, el expresionismo de Pollock es lo que la conduce a pintar de esa forma. Ya no hay ni pincel, ni palos, ni cuchillos. La pintura se arroja desde el estómago, desde lo más profundo del “yo” para extraer las emociones más aferradas en su interior.

Millie Brown se opone a lo Sublime, intentando que el espectador descubra otras formas de Belleza en lo abyecto. Se expone a unos niveles que la llevan a límites muy finos entre el arte y la locura. Rompe los moldes de una sociedad adormecida y cada vez más acomodada. Presenta realidades. Desde sus primeras performances vomitando sobre sí misma hasta el vómito sobre el lienzo o sobre otros participantes, Millie busca lo obsceno y lo hiriente sin ningún tipo de ilusionismo, es toda una verdad. Enfrentándose a sí misma provoca que el espectador también lo haga. Aquel que contempla su arte, descubre unos cánones impuestos en su interior que se destruyen con la performance, con un acto libre tan propio que no responde ante nada ni ante nadie.

Charlie W.


Otras performances de Millie Brown:


2 comentarios:

  1. ¡Brillante artículo!

    Me gustaría preguntarte si crees que, en este caso, "lo artístico" reside en el proceso y no en el resultado. El lienzo en si, manchado de esta leche con colorante, no transmite las emociones que si logra el hecho de que el pigmento sea regurgitado. Corrígeme si me equivoco, en estos casos, ¿puede tener el resultado de la performance (en este caso el lienzo) un valor como tal? ¿No se convierte tan solo en un simple "contenedor"?

    Gracias y ánimo

    Abrazos medievales

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  2. En el caso de Millie, y me arriesgaría a decir que en el caso de todos los artistas de performance, la emoción está, como dices, en el acto. Quizás un lienzo de Millie no tiene sentido alguno fuera del contexto de la acción. Es el hecho de ponerse ante él y obligarse a vomitar el momento en que se expresa. Cuando la performance acaba, también acaba la emoción. Por eso ni siquiera el vídeo acaba de retransmitir con exactitud lo que quiere decirnos.

    Muchas gracias por pasarte. ¡Un saludo!

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