domingo, 8 de diciembre de 2013

MARLA JACARILLA, ¿escritora o artista?

Marla Jacarilla provoca empatía. Eso es lo que salí pensando la primera y, de momento, única vez que la vi. Su trato hacia aquel que la escucha derriba las barreras del artista concebido como Genio situado en el Panteón divino. Ella es sencilla como sencillo es su arte. Y seguramente aquí es donde reside la capacidad que tiene para poder mantener una conexión simbiótica con quien contempla y descubre su obra, aquel que la recibe.

En un mundo que navega entre el Net.art, el vídeo, la instalación, la performance o la fotografía, Marla tiene la capacidad de reunirlo todo y aplicar la vía artística sobre la literatura. No es una división entre los dos. No es una escisión. Tampoco es una forma de mostrar las diferencias. Es un intersticio. La artista se sitúa en un lugar particular creado por ella misma donde arte y literatura se fusionan, donde ella se ve capacitada para pasear y para dar lugar a su creación.

A partir del objeto literario, Marla engendra el objeto artístico. Es decir, el objeto literario es concebido de forma artística hasta que las dos materias se fusionan. Y todo con un propósito: presentar realidades. La idea que unifica la obra de la artista es intentar que aquel que experimenta o contempla sus creaciones, aquel que las absorbe o que es absorbido por ellas, despierte de un mundo donde le han colocado para pensar que únicamente existe una realidad posible. Lo que hace Marla es mostrar que hay otras formas de concebir las cosas, que la literatura está llena de matices gracias a la riqueza de la lengua y al ingenio del autor, un ejecutante que dice más de lo que puede llegar a saber.

Estos diferentes niveles de interpretación de un mismo concepto literario surgen a partir de la experimentación. Sabiendo que el fracaso es una posibilidad y aceptando éste como parte del proceso artístico, Marla inicia un camino desde un texto y da como resultado múltiples opciones, en función de la naturaleza del objeto artístico. Es capaz de deformar el texto primigenio, rehacerlo, destruirlo, convertirlo en imagen, llevarlo a su ejecución o trabajarlo hasta darse cuenta de que está errando en el intento.

A lo largo de toda su obra encontramos una constante: subjetivismo. Si al principio decíamos que Marla provoca empatía es precisamente por su libertad a la hora de entrar y salir del texto cuando le place y de la forma en que le place. Seria hipócrita pensar que pueden existir diferentes realidades si el propio sujeto no experimenta una de ellas. Pero no comete este error. Su obra artística nace de la experiencia, del trato con los textos, del recuerdo amable o hiriente que éstos generaron. Reproduce sensaciones desde su “yo” que otros que reciben su obra también han podido sentir con esos mismos textos sobre los que ella trabaja. Es por esto que conecta, porque establece un discurso de tú a tú, de igual a igual, en el que acepta al sujeto del otro sin olvidar el suyo propio. Este discurso subjetivo explota en las creaciones donde ella misma narra los textos que crea.

Para entender más a qué nos referimos con el “sujeto Marla”, podemos dividir sus obras en dos grupos. Podríamos escoger cualquiera de su amplia creación pero estas que ahora pasamos a describir son las que más se adaptan para comprender las dos vías que sigue. Estos dos grupos se dividen entre las obras que ella crea a partir de otros sujetos y las obras donde son los otros los que pueden dar forma a lo que ella propone.

Por tanto, del primer grupo, de esas donde se sirve de otro sujeto, podemos destacar Si sólo son libros y 101 retratos al azar de algunos usuarios del subsuelo. En la primera obra, Marla interpreta diferentes fragmentos de libros que han sido importantes para ella a lo largo de su vida. Esto da lugar a fotografías, ilustraciones o dibujos en base a lo que se explica. La segunda obra tiene más relación con el sujeto humano, donde ella crea 101 historias que imaginó a partir de personas que vio en el metro. Es en este primer grupo donde la artista, como sujeto, se deja influir por su propia experiencia y crea un objeto artístico que podrá conectar fácilmente con el que lo recibe. Cualquiera se puede sentir identificado con el libro que ella interpreta o con la vida narrada de otro.

Del segundo grupo, de aquellas obras donde es el otro el que decide sobre la idea de Marla, encontramos Las bifurcaciones electivas. A través de vídeos, el receptor puede recorrer, de forma fragmentada, la biografía de un personaje inventado. Es él quien decide la experiencia, quien decide el rumbo que toma la historia, relacionándose al mismo tiempo con diversas obras y escritores. La obra lleva, pues, a la reflexión sobre la creación literaria y la forma de composición de los autores.


Entonces: ¿escritora o artista? Sería complicado encuadrar a Marla Jacarilla en uno de estos dos universos. Y, de hecho, no lo haré. Porque a partir de su obra es capaz de demostrar que la literatura y el arte pueden unirse. La fragmentación, el hipertexto, la libre interpretación, la creación desde cero o la recreación son unas constantes que Marla utiliza a lo largo de su obra. No es cuestión de pincel o lápiz, lienzo o folio de papel. Es la posibilidad que tiene la artista actual de tomar un concepto y llevarlo a la práctica, trabajarlo hasta llegar a la creación artística como no se había hecho todavía. Y esto de tú a tú, sin que ningún Genio ocupe el intersticio donde el receptor es invitado por Marla para vivir una experiencia y descubrir otra realidad. 

Charlie W.


Aquí os dejo un enlace a la web de Marla donde podréis descubrir gran parte de su obra.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La lucha artística contra el VIH

Desde el año 1988, la sociedad mundial conmemora, cada 1 de diciembre, la lucha contra el VIH. Este es el virus de inmunodeficiencia humana, una infección transmitida de forma sexual, sanguínea o perinatal que afecta directamente a las células del organismo, provocando que éste no pueda defenderse de otras infecciones oportunistas que le debiliten hasta la muerte. En la actualidad, existen fármacos para apaciguar la fuerza del VIH y evitar su etapa crítica, el SIDA (Síndrome de inmunodeficiencia adquirida), pero sólo desde el año en que se inició la conmemoración de este día, el VIH ya se ha llevado a más de 25 millones de personas en todo el mundo. Y debo recordar que eran hombres y mujeres, heterosexuales, homosexuales y transexuales, blancos y negros, creyentes y ateos, sin excepción. Es una enfermedad que puede llegar a todos.

Artistas de alrededor del mundo han dedicado su obra, o parte de ella, a representar su relación con el VIH. Desde su rápida expansión en los años 80, el arte contemporáneo ha abierto sus puertas sin miedo a dejar que los artistas hablaran de una realidad hiriente. Lo que pretendo a continuación es mostrar algunos de los artistas que más han trabajado sobre este tema, viendo como una realidad particular afecta directamente a toda la sociedad. No se puede apartar la mirada de todos aquellos que a diario luchan por no morir y el arte siempre está ahí para contar su historia.

Untitled (Portrait of Ross in L.A.)
Félix González-Torres
Uno de los hombres que más ha tratado este tema es Félix González-Torres, artista nacido en Cuba, criado en Puerto Rico y experimentado en Nueva York. Se encargó de crear una dualidad entre lo individual y lo colectivo, haciendo ver a la sociedad que sus propios problemas afectaban también a los espectadores. Toma como objeto artístico lo cotidiano y el producto manufacturado, aquello que la población tiene en su casa para mostrar una dura realidad. Con algo tan simple como una pila de caramelos, González-Torres consigue que el público pueda llegar a sentir una minúscula parte de su dolor. Estoy hablando de Untitled (Portrait of Ross in L.A.). Abatido por la muerte de Ross -su pareja- a causa del VIH, el artista coloca en una sala una cantidad de caramelos que pesan exactamente lo mismo que Ross. Los visitantes pueden escoger llevarse uno de estos hasta que el montón desaparece. Entonces se vuelve a reponer. Con qué facilidad nos habla González-Torres de compartir el dolor al mismo tiempo que sigue persistiendo, que cuando parece que desaparece vuelve. Inevitablemente también está advirtiendo, a mi forma de entender, la facilidad con la que el VIH se expande. Considero que es una llamada de atención, una advertencia a la precaución y al control sobre la enfermedad. 


Untitled
Keith Haring
Keith Haring es otro de los artistas que más ampliamente trató el tema que nos ocupa, debido a que él mismo murió a causa del VIH. Fue uno de los primeros en romper la barrera de los museos e ir directamente a la calle, a reivindicar sobre los muros, con el graffiti, la realidad de la sociedad que le envolvía. Como Félix González-Torres, Haring pretendía expandir su arte ligado a su enfermedad para que la población fuera consciente, para que los jóvenes pararan un momento a reflexionar y pudieran evitar el contagio. Su arte, popularizado en los muros y metros de Nueva York ha llegado al punto de diseminarse entre la sociedad a través de la ropa, los objetos de papelería o las campañas publicitarias. Cualquiera puede tener un Haring en su casa y ni siquiera se da cuenta de ello. El aviso que el artista quería dar se ha difuminado a causa del consumismo pero, gracias a él, otros artistas actuales continúan su estela para que los afectados por el VIH no caigan en el olvido.


Otra de las artistas que más abiertamente ha tratado este tema es Nan Goldin que, a pesar de no vivir la enfermedad en ella, ha visto como muchos de sus amigos han caído. Y es por ello que decide trabajar artísticamente y a través de la fotografía sobre el VIH, por evitar el olvido de aquellos a los que ha querido y se han ido, por abrir al mundo una realidad que no debe esconderse, porque el SIDA es un problema de todos. Uno de sus más impactantes trabajos es la serie de 15 fotografías que realizó a su amiga y actriz Cookie Mueller entre 1976 y 1989. A lo largo de las imágenes puede verse como la enfermedad va afectando a Cookie, además de la muerte de sus amigos y de su propio marido, hasta desembocar en la protagonista en el ataúd. No es amarillismo, es realidad. Es un testigo del dolor que un afectado por el VIH debe cargar a lo largo de su vida. Y es la posición de Nan Goldin como amiga, como persona que supo el lugar que debía ocupar, como acompañante de Cookie y como refuerzo de su dolor.


Cookie Mueller's Portfolio
Nan Goldin


Carrying
Pepe Espaliú
Por último, y no por ello menos importante, podemos acercarnos hasta nuestro país, que también ha sufrido el peso del VIH. Pepe Espaliú fue uno de los que decidió romper el silencio y hablar directamente, en un país de bocas calladas y dedos acusadores, de una realidad que no podía esconderse más. Espaliú sabía que el miedo era el dictador de España y debía hacer algo por poner fin a ese analfabetismo que imperaba en el pueblo. En el 1992, un año antes de su muerte, organizó una potente acción en Madrid llamada Carrying. Él mismo se pasearían por la ciudad, portado por una pareja desde las Cortes hasta el Reina Sofía, descalzo. Durante el recorrido, los portadores irían cambiando pero él nunca tocaría el suelo. Al llegar ante el Centro de Arte Contemporáneo, antiguo hospital de tuberculosos, las puertas estarían cerradas y el propio Espaliú las abriría de una patada. Se abrirían así las puertas a la información, se abrirían las bocas de todos los afectados por el VIH para dejar atrás los tabús de una España que debía avanzar. 



Así pues, hemos visto a cuatro artistas que trataron directamente y sin miedo el VIH. Podrían haber sido otros cuatro o dedicarnos a uno o hacer una larga lista de nombres y obras. Da igual. La cuestión es utilizar el arte como forma de expresión. Si hoy recojo aquí a estos artistas es por hablar de la realidad del VIH, son una excusa, un pretexto. Con cada artículo pretendo presentar verdades del arte pero lo que ahora intento es que tú abras los ojos y la boca, que no entiendas el VIH como un problema ajeno. Esto es por todos los que han caído y por todos los que siguen luchando. Va más allá de Haring o Espaliú. Va a la sociedad en la que vivimos, al mundo y el lugar que ocupamos en él. Que nos domine la razón y el sentimiento y que nunca permitamos que lo que otros quisieron acallar se interponga como una piedra en el camino. Hoy va por ellos, ese ellos que somos nosotros.

Charlie W.

Aquí os dejo algunos enlaces de asociaciones de lucha contra el VIH, información sobre la enfermedad y lugares donde hacerse la prueba:


domingo, 24 de noviembre de 2013

WORLD PRESS PHOTO 2013

Un año más, la ciudad de Barcelona acoge en su seno la World Press Photo, una exposición mundial de fotografía periodística organizada entre la Fundación Photographic Social Vision y el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB). El resultado de ésta son las 143 fotografías ganadoras del premio internacional de fotoperiodismo, al que se han presentado más de cinco mil fotógrafos. “Face reality” era el lema de este año, haciendo un retrato directo de las distintas realidades del planeta. La imagen se convierte así en una muestra del punto en el que estamos y del lugar que ocupamos en el mundo.

Si bien es cierto que las fotografías son terriblemente efectivas –muchas de ellas dolorosas– también podemos cuestionarnos la figura del autor. En palabras de Susan Sontag, «mientras las personas reales están por ahí matándose entre sí o matando a otras personas reales, el fotógrafo permanece detrás de la cámara para crear un diminuto fragmento de otro mundo: el mundo de imágenes que procura sobrevivir a todos» (Sobre la fotografía, 1973).

Al leer las cartelas que acompañaban a cada fotografía, cada vez se generaba en mí una polaridad más clara. Es decir, en la World Press Photo podemos encontrar –al margen de temáticas establecidas por la organización– un primer grupo de fotos puramente periodísticas, mecánicas, aquellas en las que el autor estaba en el momento y el lugar preciso. Por otra parte, encontramos un segundo grupo de fotos más elaboradas en las que se plasma un sentimiento, en las que el sujeto va más allá.

Así pues, este primer grupo de fotos mecánicas me llevó a pensar en la capacidad del ser humano de mantenerse ajeno a lo que le rodea únicamente por lograr su objetivo. Pongamos por caso Wounded Baby, Aleppo, de Sebastiano Tomada, en la que se nos presenta a un niño solo y asustado, llorando en uno de los pocos hospitales que quedan en pie tras el conflicto sirio. Me recordó inmediatamente a la famosísima fotografía de Kevin Carter, La niña y el buitre, por la que recibió un premio Pulitzer pero de la cual se dice que fue la causante de su suicido. Ahí está el debate: ¿es posible que un fotógrafo pueda alejarse tanto del horror que le rodea por el mero hecho de fotografiar lo que está viendo? ¿Es un héroe por presentar la realidad? ¿Su trabajo es casual, un momento oportuno, un golpe de gracia? ¿Está hueca de sujeto su obra? ¿Cuánto hay de amarillismo en ella? Prefiero que tú, lector, respondas por ti mismo.

Wounded Baby, Aleppo
Sebastiano Tomada

El contraste se produce con el segundo grupo, con aquellas fotografías que me hicieron ver que, al margen de ser periodísticas, tenían un trabajo más elaborado, en las que el sujeto no era únicamente el ser fotografiado sino en las que también el fotógrafo tenía la capacidad de intervenir. Un ejemplo es la serie de fotos Mirella, de Fausto Podavini, en la que se narra la historia de un matrimonio de cuarenta años, el de Mirella y Luigi. El autor nos muestra como ella, ahora en la vejez, se dedica por completo a su marido afectado por el Alzheimer. Y es aquí donde aparece el fotógrafo como artista. No es un instante que muestra una realidad, es un proceso de contacto con los sujetos, es un conocimiento del estado de la cuestión, es la unión entre artista y obra. El fotógrafo, a pesar de dedicar su trabajo a la prensa, es capaz de hacer arte de aquello que ve.

Mirella
Fausto Podavini

Con esto no estoy queriendo decir que el trabajo de los fotógrafos propiamente periodísticos sea menos que el de los artísticos. Por supuesto que encuentro valeroso adentrarse en una guerra y tomar capturas de lo que sucede. Pero no puede compararse el trabajo de unos con el de los otros. Al igual que no es el mismo trabajo el de aquel que escribe una novela que el del que redacta noticias en un periódico, no podemos igualar la diferente forma de trabajar de ambos fotógrafos.

Así pues, os guste un tipo de fotografía u otra, seáis partidarios del sujeto o tengáis preferencia por el objeto, o simplemente queráis contradecirme y hacerme ver que lo que digo no se aguanta por ningún lado, os invito a pasaros por el CCCB hasta el 8 de diciembre. Como mínimo, aunque ese componente artístico os falte, podréis descubrir las realidades que van más allá del mundo occidental.

Charlie W.

domingo, 17 de noviembre de 2013

El precio del arte

El pasado 13 de noviembre saltaba la noticia: el tríptico en el que Francis Bacon había retratado a Lucian Freud (Tres estudios de Lucian Freud) se subastaba por más de 142 millones de dólares, un récord que la convierte en la sexta obra más cara de arte contemporáneo a día de hoy. No seré yo el que cuestione la obra de Bacon pero lo que sí vengo a poner en duda es su precio. ¿Es real el valor monetario que se le ha otorgado a esta obra o es tan sólo un producto más de la especulación?
 
Tres estudios de Lucian Freud
Francis Bacon
Vivimos en una época de la firma. Lejos queda una época dorada del arte contemporáneo en la que Peggy Guggenheim se paseaba por medio mundo comprando a diario obras tanto de artistas reconocidos como de anónimos emergentes. Ahora no interesa el arte sin nombre, no tiene valor. Sirviéndome de la estadística, ciencia que detesto por su terrible inexactitud, podría afirmar que el 99% de la población mundial únicamente conoce a los artistas más caros. Dejémoslo quizás en el 98%, no seamos tan negativos.

En un mundo controlado por el dinero –y sin tomar esta frase manida como algo peyorativo– la entrada en el mundo del arte de multinacionales y bancas ha hecho surgir la figura del coleccionista-especulador. Podríamos definirlo como aquel que se pavonea por las bienales, asiste a las exposiciones de la alta clase artística y se jacta de ser poseedor de obras de Pollock, Picasso, Warhol o Willem De Kooning. Con suerte sabrá diferenciar unos autores de otros. La obsesión por conseguir el mayor número de obras mejor cotizadas le convertirá en un fetichista. A su vez, jóvenes autores poco conocidos y quizás con buen talento serán capaces de montar una performance en la que asesinan a su madre si eso les lleva a venderle una obra.

Muchas veces, está imagen de “artólico” (concepto elaborado por el mayor de ellos, Charles Saatchi) es tan sólo un lienzo engañoso que se autoimponen para ocultar la realidad de esas compras estratosféricas. Invertir en arte contemporáneo supone una ayuda para que las grandes fortunas evadan el impuesto sobre el capital. Este arte no tiene un seguimiento tan riguroso como puede pasar con un arte más clásico y mucho más consolidado. El arte contemporáneo tiene la potestad de viajar por todo el mundo, inflando su precio mientras salta de país en país hasta que se le pierde la pista y un día reaparece con unas cifras estratosféricas. Ahí está el negocio. Estos coleccionistas revientan el mercado consiguiendo elevados beneficios y bloqueando una reventa por dotar a las obras de un precio incalculable.

Balloon dog (Orange)
Jeff Koons
Es complicado saber de donde surge el valor real pero Angela Vettese apunta cuatro requisitos en su ensayo El arte contemporáneo. Entre el negocio y el lenguaje. Para Angela, el precio de una obra se establece a partir de la rareza de esta, el interés que genera, la fama que adquiere y la comparación con otras del mismo autor o del mismo estilo. En base a esto, podemos entender, pues, que el precio del arte es totalmente aleatorio y se establece de una forma totalmente subjetiva. La Capilla Sixtina tiene un valor incalculable por la absoluta dedicación, el gasto de materiales, la precisión técnica y el diseño milimétrico que realizó Miguel Ángel. Pero una obra como Balloon dog (Orange) de Jeff Koons (vendida por más de 58 millones de dólares en la subasta anteriormente citada) tiene un precio en base a que el Pop Art se está volviendo a imponer y Koons es de los pocos que quedan vivos de entonces.

El mercado del arte contemporáneo está permitiendo que centenares de coleccionistas con un conocimiento artístico cuestionable jueguen a vender y comprar obras como si se tratara de una diversión. ¿Dónde queda la posibilidad de que el artista iniciático se haga ver? ¿Cómo puede llegar un enamorado del arte de clase media a adquirir una obra que vale una millonada? No estoy diciendo que estemos perdiendo al nuevo Dalí o que cualquiera pueda comprar una de las versiones de El grito de Munch. Siempre habrá un arte imperante y consolidado, un arte que deba tener un gran valor por su contribución en la Historia del Arte. Hasta el día de hoy, Los jugadores de cartas de Cézanne son la obra más cara jamás vendida, con un precio de más de 250 millones de dólares. Y quizás no sea su precio real, o sí, quién sabe.

Untitled #92
Cindy Sherman
Lo que pretendo decir es que hemos llegado al punto en que aceptamos la facilidad en que el arte es reproducible y no nos damos cuenta de que su precio es desorbitado. No es cabal que una fotografía de Cindy Sherman se subastara por más de dos millones de dólares cuando se pueden expedir infinitas copias de la misma. Por supuesto que el original debe tener un precio más elevado; el artista ha realizado un trabajo y se ve recompensado no únicamente con la aceptación del público, sino en su bolsillo. Pero si lo que pretendía la modernidad era crear un arte más cercano a la masa, siendo el grueso de la sociedad el protagonista del objeto artístico, esta se ve desplazada por la incapacidad de llegar a él, tanto en la creación como en la adquisición. Quizás, y digo quizás, artistas incipientes y público general deberían aprender a hacer una compra-venta que no pasara por las manos de instituciones, multinacionales, bancas y eufóricos coleccionistas. Quizás así conseguiríamos saber el precio real del arte.

Charlie W.



Os dejo el link a la noticia reseñada por El País de la subasta que trato en esta entrada.

domingo, 10 de noviembre de 2013

NEIL HARBISSON y el arte sonocromático

¿Podrían haber suprimido el cromatismo de sus esculturas los griegos clásicos en caso de no ver los colores? ¿Sería la Muerte de la Virgen una obra tan potente si Caravaggio no hubiera sabido qué color era el rojo? ¿Dónde hubiera ido a parar la revolución del color durante el Impresionismo? ¿Qué hubiera creado Picasso en su Etapa Azul si no hubiera sido capaz de ver este color?

Sin darnos cuenta, el cromatismo es uno de los elementos que rigen nuestra vida. Estamos rodeados de colores que nos facilitan nuestro transitar por el mundo y lo tenemos tan asimilado que nos es indiferente. Desde el uso de un semáforo, reconocer las banderas de los diferentes países o el vestirnos diariamente hasta la transmisión de emociones, los colores cumplen una parte fundamental de aquello que nos rodea. Todo tiene color.

Pero no es así para Neil Harbisson. El artista que vengo a presentar hoy nació con una curiosa condición visual llamada acromatopsia que le ha llevado a vivir en un mundo en blanco y negro, ya que no es capaz de visualizar los colores. Desde mi posición de daltónico puedo intuir, de algún modo, su forma de ver el mundo. Aunque lo que para mí es percibir lo que me rodea de una forma distinta a la del grueso de la población, para él debe ser la antítesis del mundo tal y como está concebido.

Neil Harbisson junto a una de sus creaciones
A través de un sensor que él mismo elaboró, Neil ha convertido los colores en sonidos y ha hecho de su peculiar visión una forma de arte. Su eyeborg le ayuda a detectar los colores del objeto que mira, enviando la información a un chip y convirtiéndola en un sonido, de forma que tiene toda una escala de sonidos asociada a la escala de colores. Con ello ha sido capaz de elaborar una de sus creaciones más interesantes: lienzos en los que convierte conocidas canciones en cuadros excéntricos de diferentes colores. Pretende así que el público vea con una simplificación la forma en que él percibe el mundo cromático. 

Rompiendo con la idea de que únicamente los colores pueden emocionarnos, Neil considera que el blanco y negro también son objeto de emoción. Considera que las películas antiguas o las fotos sin color tienen una potencia emotiva muchas veces más fuerte que si presentaran color alguno. Aunque, por otra parte, encuentra lo atractivo en grandes acumulaciones de colores. Para él, el mar o la montaña pueden llegar a ser lugares aburridos, en el sentido en que en estos entornos percibe algo que podríamos llamar “sonidos monocromáticos”. En cambio, un supermercado es un gran concierto, con centenares de colores que para Neil suponen centenares de notas. Incluso encuentra lo atractivo en un cementerio, ya que la multitud de flores con sus múltiples colores son capaces de crear una sinfonía. Por tanto, ha llegado a comprender que el color es una percepción pero no únicamente visual.

Otra interesante vertiente de su obra son los retratos. A partir de los ojos, los labios, la piel y el pelo de cada persona, consigue crear un acorde único que será el indicado para aquel rostro. Lo más curioso es ver como el sonido de un retrato cambia con el paso del tiempo, precisamente porque el rostro cambia. Con lo cual podemos entender que la percepción del objeto artístico es siempre diferente.

Neil Harbisson retratando a la actriz Vicenta N'Dongo
La unión de la cibernética a su propio cuerpo le ha llevado a ser un cyborg reconocido, a pesar de que a día de hoy no lleva implantado directamente el sensor en su cuerpo, aunque es seguramente la finalidad de esta idea. A partir de él ha creado la Fundación Cyborg a través de la cual pretender ayudar internacionalmente a todos aquellos que quieran formar parte de un nuevo concepto de persona.

El mundo avanza y la cibernética está a la orden del día. Neil Harbisson consiguió hacer arte, además de llegar a percibir los colores, gracias a los modernos adelantos que él mismo incentivó. Quizás Neil es tan sólo un precedente o un iniciador del arte que está por llegar. Quién sabe si algún día se acabará imponiendo lo tecnológico en lo artístico.


Charlie W.


Para saber más sobre el proyecto de Neil Harbisson, os dejo enlaces al documental En un xip multicolor y al sitio web de la Fundación Cyborg

domingo, 3 de noviembre de 2013

El terror en el arte

Podemos entender el terror como una sensación inevitable por la que todos los seres humanos pasan o han pasado ante cualquier amenaza, real o ficticia. El terror es aquello que descubrimos en el momento en que la consciencia llega a nosotros y se perturba. A lo largo de toda nuestra vida quedaremos marcados, por tanto, con este estigma. Al tiempo que nos impedirá enfrentarnos a determinados elementos, el terror también nos protegerá de sí mismo.

Así pues, los artistas, a lo largo de la Historia, han tenido intención de plasmar mediante su obra, los miedos más recónditos que se escondían en su subconsciente. O incluso utilizar el terror para atemorizar a la sociedad. Podemos remontarnos a las iglesias románicas y a esa intencionalidad adoctrinadora y terrorífica de los pantocrátores que desde la oscuridad parecían controlar al creyente. Avanzamos hasta Goya y descubrimos como plasmó el horror en forma de realidad, como supo extraer las barbaridades de una guerra y las imperfecciones de la mente humana para darlo a conocer al mundo, a su mundo. Y el quid de la cuestión estalla a finales del siglo XIX, con la llegada del Romanticismo y el Simbolismo, con un sujeto que se temía a sí mismo y con unas representaciones que recreaban, en ocasiones, pesadillas.

Pero como lo que aquí nos atañe es el arte contemporáneo, vamos a tratar de ver cual es la situación del terror en el punto actual. Si bien es cierto que la tradición ha colaborado en la creación de un arte que muestra los miedos del siglo XXI, las innovaciones técnicas han contribuido a que esta representación sea lo más verdadera posible para atemorizar al espectador. Para no crear una maraña artística, prefiero centrarme en dos grupos: el terror ficticio y el terror real.

Vasoline
Michael Hussar
Del primer grupo, del terror ficticio, diremos que es ese que bebe directamente del Simbolismo. Podríamos remontarnos a Carlos Schwabe, un pintor suizo-alemán que dedicó su obra a recrear seres, esencialmente mujeres, que podrían ser el resultado de una horrible noche de pesadillas. ¿Y a quién nos encontramos a día de hoy de forma equitativa? A artistas tan terribles como Michael Hussar. Con una intensidad tremendamente realista, Hussar pinta unos óleos que recrean personajes que podrían haber salido de un obsceno infierno dantesco. Es un artista visceral, violento incluso, que hace que los protagonistas de sus obras ataquen al espectador, que le generen una angustia y un rechazo abyecto. Rodeado por la sangre, el dolor, el contraste del blanco y el negro o la deformidad, Hussar crea unos seres únicos y escalofriantes. 


Snowflake
Scott Radke
Al mismo tiempo, en este grupo de terror ficticio, podemos encontrar a Scott Radke, creador de un mundo más surrealista y no tan macabro como Hussar. Es uno de los encargados de seguir en la línea de creación del conocidísimo Tim Burton. Las criaturas de ambos nos llevan a mundos irreales, fantásticos, que combinan lo terrorífico con la diversión. A diferencia de Hussar, Radke o Burton pretenden hacer que sus personajes sean más adorables que aborrecibles. Saben unir a la perfección una apariencia temible con una personalidad tierna. Tim Burton tiene la posibilidad de atraer al público gracias al cine, pero Scott Radke también es capaz de encandilar al espectador con una obra inerte.


Y en el otro sector, en ese terror real, nos encontramos un mundo seguramente más horrible que el primero. La pesadilla desaparece y nos topamos con algo verídico. Aquí ya no hay seres estrambóticos, ni juegos técnicos, ni ilusión. Lo que nos encontramos en el terror real son seres de carne y hueso, con alma. Reales, al fin y al cabo. Este terror nos muestra lo más bajo de la sociedad, la podredumbre humana, lo oscuro del mundo y su deterioro. Nos golpea con la culpabilidad de permitir el horror y nos impacta para que intentemos repararlo. Es un arte con un punto adoctrinador porque pretende remover el estómago del público bajo un clima de violencia y muerte.

A mediados del siglo pasado, los artistas se unieron para crear un arte que ilustrara lo que había pasado, en un intento de evitar una repetición del horror. Una práctica artística que se ha extendido desde entonces hasta nuestros días porque somos incapaces de pararnos a pensar un segundo por intentar cambiar algo. No podemos escuchar a Zoran Music, que después de vivir el exterminio nazi desde dentro, se dedicó a pintar cadáveres. Tampoco a artistas como Iri y Toshi Maruki, que recrearon los efectos de las bombas de Hiroshima en grandiosos paneles. No contemplaríamos su obra aunque nos la pusieran en la puerta de casa. Por miedo a la verdad. Incluso cuando contemplamos la obra de Francis Bacon, que parece más común y más cercana, no nos damos cuenta del grito del autor, de la necesidad de taladrar el cerebro y poner fin al terror real.

Es por ello que todavía se mantiene viva esta práctica artística. El contexto ha cambiado, pero no el concepto. Después del atentado de las Torres Gemelas, Jack Whitten creó un panel similar al anterior citado del desastre de Hiroshima. Pero dio un paso más y utilizó sangre, huesos y cenizas. Y pasó desapercibido. Como pasan desapercibidas las críticas del incontrolable Banksy, tan abucheado y a la vez tan necesario en su labor de llevar el arte y la realidad terrorífica al gran grupo de la sociedad. En última instancia, aunando las innovaciones técnicas con el contexto actual, os dejo con la obra de Regina José Galindo, una artista más en un mundo de autores que pretenden que la sociedad despierte. Espero que con este vídeo, su creación, por lo menos, se os abran los ojos.




Charlie W.

domingo, 27 de octubre de 2013

Body Pressure

El pasado mes de agosto tuve la suerte de poder viajar a Berlin. Debo decir que como ciudad no fue todo lo que esperaba. Considero que era mucho menos moderna de la imagen que ya tenía preconcebida. A pesar de ello, fue un viaje del que extraigo ahora una grata sorpresa: la Hamburger Bahnhof, una antigua estación de tren que alberga el Museo de Arte Contemporáneo. Al margen de la maravillosa colección de Pop Art encabezada por Andy Warhol, pude descubrir una exposición sobre el cuerpo que es, como mínimo, excitante.

Ocupando la sala central del museo, el visitante se topaba con Body Pressure, un repaso por el estudio escultórico y performativo del cuerpo desde los 60 hasta el momento actual. La propuesta es sencilla: pretende ser una exposición que acerque al espectador a esas formas en que los artistas se han visto a sí mismos, en lo físico, y como lo han transportado al arte. De como el cuerpo se ha convertido en objeto artístico y, de alguna forma, filosófico.

Rompiendo con el ideal escultórico de bronce y mármol, podemos encontrar creaciones que se mueven entre el plástico, la cerámica, la cera o la goma, además de aunarse con vídeos performativos. No es un compendio de monumentos, no son únicamente objeto de exhibición. El público tiene esa moderna posibilidad de formar parte de la obra, de no ser un mero espectador. Son esculturas que están ahí para ser contempladas pero también para suscitar algo que establezca un debate entre el cuerpo artístico y el cuerpo físico, entre el ser que mira y el que es mirado.

David, Kopf groß
Hans-Peter Feldmann
Lady with Shopping Bags
Duane Hanson
Por una parte, la escultura más destacable de carácter figurativo, podía deleitarnos con las impactantes obras de Duane Hanson o Paul McCarthy, críticos de la sociedad y artistas dedicados a representar el cuerpo como lienzo de la cultura, llegando a cuestionar lo absurdo de nuestra existencia. También había un sector más introspectivo e igualmente chocante compuesto por Martin Kippenberger y Ryan Gander, artistas que miran hacia sí mismos, que en su obra hacen una visión de quienes son, de su papel en el mundo, un análisis de sus virtudes y sus miedos. Los más excéntricos de este sector, y no por ello menos interesantes, son Hans-Peter Feldmann y Urs Fischer: hablan del papel de la historia del arte en el ahora y de la efímero de cualquier arte.

Por otra parte, destacaría las obras de John McCraken y Franz Erhard Walther, en las que desaparece el espectador. Aquel que se había dedicado a la mera contemplación se convierte ahora en parte de la obra. El cuestionamiento de lo físico ya no es de agentes externos al público sino del propio público, del “yo” visitante y actor. Además, no puedo dejar de lado la propuesta de Bruce Nauman, la que da nombre a toda la exposición. Aquí, ese visitante entra de lleno con su cuerpo en el arte y se pone a prueba a sí mismo. Es de esas pocas veces en que es tan gratificante poder sentirse acogido por la creación artística.

Freeing the Body
Marina Abramović
Finalmente, podemos encontrarnos diferentes pantallas con las creaciones de Friederike Pezold, Nam June Paik, Valie Export, Gilbert & George o Marina Abramović. Aquí se unen diferentes propuestas. Es una mezcla de el estudio del propio cuerpo, desde el narcisismo o la resistencia que este puede tener, hasta discursos sobre el feminismo en contraste con la sensualidad-sexualidad femenina, llegando a un debate místico-religioso. Que en una exposición escultórica sobre el cuerpo se permita la entrada del vídeo me pareció un punto muy favorable.

Por tanto, después de este repaso extenso pero no completo, recomiendo a todo aquel que tenga la oportunidad de visitar Berlin, que no pierda la oportunidad de pasarse por la Hamburger Bahnhof para disfrutar de Body Pressure, es toda una experiencia. La podéis encontrar allí hasta el 12 de enero del próximo año. De todas formas, si tenéis ocasión de ir a Berlin en algún punto de vuestra vida, acercaros a este museo. Es un deleite para el consumidor de arte contemporáneo.


Charlie W.


En memoria de Lou Reed, en el día de su muerte, porque su música es una fuente de inspiración y porque él ha sido uno de los pilares fundamentales para que yo sea quien soy.

domingo, 20 de octubre de 2013

La negación de la muerte de DAMIEN HIRST

El cuestionamiento de los límites del arte se ha convertido en algo habitual en los últimos 30 años. Y con Damien Hirst, la polémica está servida. Con su obra pretende impactar al espectador y hacer que reaccione, ya sea con un aplauso o con un gesto de negación. Pero que diga algo. Porque eso es lo que ansía. Que la gente hable de él, que comenten, que su nombre resuene. Sus creaciones tienen como fin último el intento de adquirir un gran estruendo en los medios de comunicación y en la sociedad. Y lo logra.

La obra de este artista es muy extensa. Se mueve entre la escultura, el dibujo, la instalación, la fotografía y la pintura. Pero un común denominador a toda ella es la idea de la muerte. Este es el verdadero punto central. Su miedo a morir le ha llevado a elaborar unas obras que marcan continuamente el intento de perdurar en el tiempo y no desvanecerse. Y aquí está esa búsqueda de fama. El hecho de provocar con su arte y hacer que todos hablen de él tiene un efecto positivo para el propio Damien Hirst: cuanto más se le conozca, menos alcance tendrá la muerte sobre él. Es el conocido “que hablen; mal o bien, pero que hablen”.

Mother and Child (Divided)
Para comprender por qué es tan polémico, he seleccionado únicamente una pequeña parte de su colección, una vía de creación. En el año 1991, Damien Hirst comenzaría a trabajar en su Natural History, una unión del debate entre la vida y la muerte que incorpora a la ciencia como una nueva religión, tema que seguiría desarrollando en otros trabajos. En esta historia natural, el artista escoge animales muertos, algunos de los cuales son diseccionados, y los sumerge en grandes tanques de acero y cristal rebosantes de formol. Con ello, lo que consigue es retener durante años en perfecto estado a los animales. Es como si para ellos no pasara el tiempo, como si con esta práctica consiguiera burlar a la muerte. El tanque es la definición de un espacio sepulcral y la muestra de la fragilidad de la existencia. El formol es el líquido casi divino que consigue retener viva la belleza, como una fuente de la eterna juventud. 


Se hace evidente, pues, que con semejante práctica se enciendan debates de opinión y muchos sectores sociales, sobretodo los defensores de los animales, salten al cuello de Damien Hirst. Así que su obra es todo un logro para él. Ese miedo a morir desaparece cuando expone una vaca diseccionada y sumergida en formol, porque la conserva bella y hace que su nombre permanezca con vida.

Este zoo de animales muertos le llevó a adquirir un gran reconocimiento internacional. A pesar de ser una obra desagradable incluso para un museo de arte contemporáneo, sus creaciones le han hecho uno de los artistas más ricos de todo el siglo XXI. Ya en los años 90 se convertiría, gracias a Natural History, en uno de los símbolos del arte británico contemporáneo. Pasaría a formar parte de la Young British Artists (YBA), un movimiento de jóvenes artistas británicos visuales, muchos de los cuales fueron mecenados por Charles Saatchi. En la actualidad cuenta con diferentes estudios en todo el Reino Unido con más de 100 personas a su cargo que trabajan sobre su ideario.

Valdría la pena destacar la obra emblemática de esta historia natural: The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living, un tiburón tigre de más de cuatro metros de largo que se mantenía en posición de ataque perfectamente conservado en el formol. A parte de ser una de las creaciones por las que más le han pagado, el tiburón tigre supuso un replanteamiento en el ideal de Damien Hirst. En el año 2006 tuvo que ser reemplazado por otro tiburón puesto que el anterior se acabó pudriendo. 

The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living

Esto nos lleva a pensar si realmente la creación del propio artista no es una utopía. Él pretende evadir la muerte con la conservación de cuerpos pero se demuestra que la muerte acaba cumpliendo su ciclo. ¿Cambia así el sentido de la obra? Bajo mi punto de vista, este hecho supone un antes y un después en la propuesta de Damien Hirst; pero nos muestra, al mismo tiempo, que el arte no debe ser un ente estático, que el fin de la obra no lo pone ni el artista ni el público y que el error puede convertirse en objeto artístico.



Charlie W.

Os dejo con el enlace a la web del propio Damien Hirst por si os interesa seguir investigando su obra.

domingo, 13 de octubre de 2013

Lo que nos dejó la SWAB ART FAIR 2013

La pasada semana, entre los días 3 y 6 de octubre, Barcelona tuvo el placer de recibir un año más la Swab Art Fair, una feria internacional de arte contemporáneo que lleva en activo desde 2007 y que esta última edición ha contado con 150 artistas y 53 galerías de 19 países. Toda una victoria en tan poco tiempo. Su propósito principal es descubrir arte nuevo y emergente, además de hacerlo más cercano al público, rompiendo con el elitismo que a veces suelen tener estos actos. No pretendo alargarme mucho más en presentaciones porque nos dejó gran cantidad de descubrimientos por comentar. Así que si queréis saber más sobre esta feria, aquí os dejo su web.

En cuanto a mis impresiones –debo decir que únicamente pude ir el día 4– destacaría el perfecto entorno del Pavelló Italià de la Fira Barcelona y la gran afluencia de público extranjero, cosa que no sé si es negativa porque puede dar la sensación de que esta ciudad reniega del arte contemporáneo. Pero, ¿cómo hacerlo teniendo un evento de tal magnitud? Sin más demora, paso a destacar lo que más me impactó, tanto en positivo como en negativo, haciendo una selección de los programas organizados que considero reseñables.

PROGRAMA GENERAL
Aquí nos encontramos con una cantidad ingente de galerías y artistas de todos los lugares y todas las prácticas artísticas. Pero si hay algo genérico que se lleva la palma es la escultura. ¡Qué desfile, señores! Desde el recibimiento de Cockeyed virtue, los pollos dorados de Sophia Daly Rossin, pasando por Giganteschio, la gigantesca calavera de muñecos al más puro estilo Pop Art de Fabrizio Fontana, las delicadas criaturas de Iria do Castelo, sacadas de los Curiosos sucesos a la hora del té, hasta llegar a las piezas que más me agradaron: las figuras hiperrealistas de Samuel Salcedo y las de Noe Serrano. Sólo aquel que se ponga ante estas y mire a sus ojos descubrirá el maravilloso trabajo que hacen estos dos artistas. 

Samuel Salcedo
Debo incluir en este sector escultórico a Emilio García, a pesar de que no formara parte de este programa. Ha sabido desarrollar una nueva tipología de arte que lo hace mucho más accesible al público general y esto se agradece cuando ante tus ojos pasan maravillas que ni con el sueldo de un año podrías llegar a adquirir. Es bueno que a día de hoy algunos artistas no hayan convertido su arte en un negocio. O por lo menos no en un negocio de altas esferas.

PROGRAMA “ASIAN GALLERIES”
Porcelain
Berto Martínez
Y por si el programa general no nos había acabado de convencer en cuanto al arte que se cuelga en las paredes, ya estaban las galerías de Shanghai para arreglarlo. Fue magnífico poder disfrutar de las acuarelas de Berto Martínez, que muchos conoceréis sin saberlo por su trabajo con H Magazine. Siempre es un placer ver a este tipo de artistas en casa. También destaca –y de qué manera– el trabajo de Liu Dao. Un conglomerado de toda la historia del arte oriental se concentra en su obra: cuadros con animaciones de leds se mezclan con un collage que recuerda a antiguas civilizaciones chinas. Una conjunción de elementos que crean un arte totalmente innovador.



PROGRAMA “5 GALLERIES”
No todo pueden ser alabanzas, así que aquí me divido en dos. Por una parte, aplaudo la apuesta de la Courtesy Gallery y su trabajo con Jonathan Bernad. Su obra consiste en grabarse en diferentes museos manteniendo relaciones sexuales con su mujer. Aquí salta la eterna pregunta sobre los límites del arte. Pero sólo por el hecho de ser rompedor, yo apoyo esta iniciativa. Por otra parte, no me convenció la galería Silberkuppe y su intento de performance. Adam Linder, el encargado de llevarla a cabo, se alquilaba por horas para el uso y disfrute del contratante. O eso creí entender que decía el curador, porque otra versión de unos espectadores decía que se dedicaba a limpiar un museo invisible. Así que, con una única performance fallida, uno echaba en falta más.

PROGRAMA “MYFAF”
Por último, aquí también siento una gran contradicción. Como he dicho al principio, la Swab Art Fair apuesta por un arte joven e innovador. Pero a veces tiendo a pensar que este arte emergente me engaña. Y tuve esa sensación. Aplaudo, y mucho, el tipo de fotografía digital realizada por Mari Hokkanen. Creo que es la tendencia que está en auge ahora y esta artista sabe como trabajarla. Pero mi mosqueo viene por parte de la galería Prawneg & Wolf. Los artistas que allí exponían eran jóvenes, tenían la posibilidad de mostrar su creación al mundo y, además, era lo primero que uno se encontraba al adentrarse en la feria. Pero lo que vi en ese stand fue pasotismo y dejadez. No comprendí nada. Y creo que no había nada que comprender.

Así que ya está. Ha sido un paseo bastante resumido porque el arte entraba a borbotones en mí y no sabía como pararlo. Creo que he dejado bien claro lo que, siempre bajo mi punto de vista, fue lo más positivo y lo más negativo. Puedo afirmar que el arte está salvado. Los artistas están ahí. Simplemente necesitan galerías que les permitan crear libremente. Y una sociedad que los respalde. Os invito a asistir a la Swab Art Fair del próximo año, así como a todos los eventos de arte contemporáneo que se vayan sucediendo. Os invito a la cultura en general. No faltéis.

Charlie W.


Os dejo algunas imágenes más de las obras que he mencionado:


Curiosos sucesos a la hora del té
Iria do Castelo

Cockeyed virtue
Sophia Daly Rossin

Giganteschio
Fabrizio Fontana

Noe Salcedo

domingo, 6 de octubre de 2013

Las radicales performances de MILLIE BROWN

Alrededor de los años 50 del siglo pasado, los artistas estadounidenses empezaron a desarrollar algo llamado happenings, acciones teatrales callejeras que pretendían motivar al público que las observaba. Y ya sabemos que el arte tiende al extremo, así que tendrían que pasar tan sólo veinte años para el nacimiento de la performance, manifestaciones que radicalizaban el papel del artista y cuestionaban los límites del arte. El cuerpo ya no era un contenedor de obras sino que se convertía en el lienzo y en el pincel. Se dejaba atrás todo elemento que no fuera el más puro “yo” físico y artístico.

Desde entonces hasta el punto en que nos encontramos a día de hoy, gran variedad de artistas han hecho de la performance su proyección artística, una forma de expresión que ha avanzado hasta lo más recóndito de cada ser. Es aquí donde nos encontramos a la artista que nos ocupa, Millie Brown, una joven inglesa que ha sabido recoger toda esa tradición y crear algo muy propio. Las performances de Millie no son aptas para público sensible así es que para llegar a comprenderlas se debe tener una concepción artística muy amplia.

Millie vomita. Tan simple como eso. Y a la vez tan complicado. La artista se reúne ante un grupo que decide observar como crea obras a partir de sus fluidos gástricos. Pero no todo se resume a eso. Detrás de las performances de Millie hay todo un sentido que la lleva a ingerir leche con colorante para después regurgitarla y crear una composición pictórica sobre un lienzo que se extiende a sus pies. Sí, es una creación muy extrema y puede que para algunos pueda resultar desagradable contemplarlo, pero considero que debe conocerse la experiencia artística. Así que para los más osados me interrumpo con una de sus performances más conocidas, Nexus Vomitus, a pesar de ser una grabación sin público que no causa la misma reacción que un directo. Para aquellos que no se vean con un estómago capaz de resistirlo, dejo el resultado final de la acción. A todos, os acompaño a seguir descubriendo a Millie más abajo.




Resultado de Nexus Vomitus

¿Rompedor, verdad? Pues bien, Millie no es una joven bulímica que busca llamar la atención. El uso de fluidos en la creación artística se convirtió en algo habitual en el momento en que las acciones iniciaron su radicalización. Millie únicamente bebe –nunca mejor dicho– de una tradición del cuerpo doliente. Los artistas de los 70 realizaban prácticas contraculturales, sometían al cuerpo al dolor para romper con todo aquello que pretendía imponerse, un arte comprometido con una sociedad que destruía esquemas. Gina Pane es quizás una de las artistas que más entronca con el sufrimiento, pues se realizaba cortes con cuchillas por todo el cuerpo ante un atónito público que no sabía reaccionar. Incluso si nos remitimos mucho más atrás de Gina, y en palabras de la propia Millie, el expresionismo de Pollock es lo que la conduce a pintar de esa forma. Ya no hay ni pincel, ni palos, ni cuchillos. La pintura se arroja desde el estómago, desde lo más profundo del “yo” para extraer las emociones más aferradas en su interior.

Millie Brown se opone a lo Sublime, intentando que el espectador descubra otras formas de Belleza en lo abyecto. Se expone a unos niveles que la llevan a límites muy finos entre el arte y la locura. Rompe los moldes de una sociedad adormecida y cada vez más acomodada. Presenta realidades. Desde sus primeras performances vomitando sobre sí misma hasta el vómito sobre el lienzo o sobre otros participantes, Millie busca lo obsceno y lo hiriente sin ningún tipo de ilusionismo, es toda una verdad. Enfrentándose a sí misma provoca que el espectador también lo haga. Aquel que contempla su arte, descubre unos cánones impuestos en su interior que se destruyen con la performance, con un acto libre tan propio que no responde ante nada ni ante nadie.

Charlie W.


Otras performances de Millie Brown:


domingo, 29 de septiembre de 2013

MARK RYDEN, el maestro

Autorretrato
Mark Ryden es el maestro del Lowbrow. Y no lo digo yo solo. En 2010, The New York Times lo consideraría como tal. Aquel niño de Oregon, criado en el sur de California, desarrollaría un talento muy particular, un gusto por lo tétrico y lo dulce que le llevaría a ser el mejor en esta materia con el paso de los años. Creció en cuerpo, pero hasta el día de hoy se ha mantenido en la línea de sus primitivos dibujos escolares: gatos de tres ojos, animales con las tripas fuera y otros personajes bizarros que horrorizarían a sus profesores pero, por suerte, recibirían la aceptación paterna. 


Cierto es que su carrera se iniciaría a una edad temprana pero ha sido en estos últimos veinte años cuando ha conseguido asentar su nombre en los cimientos del Arte Contemporáneo. Un primer trabajo con el excéntrico Michael Jackson –la creación de la portada de Dangerous (1991)– pondría a Ryden en boca de todos. Poco tardaría en empezar a colaborar con Juxtapoz, templo periodístico del susodicho Lowbrow, además de iniciar sus exposiciones en La Luz de Jesús, la gran catedral del arte kitsch.

Pero, si estamos hablando de Lowbrow, ¿cómo puede ser que se relacione al mismo tiempo con el Kitsch? Ryden es el primero en fusionar estos dos artes tan semejantes y tan dispares a la vez. Consigue hacer algo muy particular, un Kitsch moderno. O, mejor dicho, supera el Kitsch, trasciende más allá de este, lo refina, y da lugar a lo que últimamente es llamado Surrealismo pop. Particularmente, es un nombre que no me acaba de convencer por la disparidad entre un arte que sale del entendimiento y otro que no tiene pretensión alguna. Pero la maestría de Mark Ryden consigue que todo tenga un sentido.

Allegory of the Four Elements


Saint Barbie
El arte de Ryden parte de aquellos primeros dibujos, de aquel niño introspectivo, de esa visión interior de la realidad, para absorber a la cultura pop que envuelve al artista y a la sociedad en la que se mueve. Unos animales propios del país de las maravillas se exponen en entornos circenses; Jesucristo –uno de los mayores exponentes del kitsch– es capaz de montar en bicicleta, al tiempo que Barbie es considerada una santa; niñas de ojos grandes, con piel de porcelana, toman té y llevan vestidos de carne; el propio Abraham Lincoln resucita en múltiples obras de este genio.

Lo mejor del imaginario de Ryden es que las imágenes pop, las apariciones religiosas, los personajes tétricos y los animales fantásticos nacen con una técnica puramente clásica. El aprendizaje del artista surge de la contemplación en los museos y consigue inducirse de toda la pintura clasicista francesa –en especial de David e Ingres– para darle a sus obras ese toque dulce, ese difuminado tan particular, entrelazando el óleo del XIX con la visión del mundo actual.

Main Street USA
En una de sus más recientes entrevistas para Amsterdam Enjoy, Mark Ryden afirmó que desearía tener un espacio museístico donde poder exponer su colección. Para él sería algo maravilloso. Y creo que para todo aquel que descubre su obra también.

Charlie W. 






Para conocer la obra de Mark Ryden en profundidad: 
Pinxit, Mark Ryden. Taschen, 2011.
Mark Ryden: The Gay ‘90s, Amanda Erlanson. Rizzoli, 2013.
www.markryden.com