Ayer, 22 de febrero, se cumplían 27 años de la
muerte de la gran superstar del arte contemporáneo. Andy Warhol dejaba
corporalmente este mundo. Pero el paso del tiempo me puede dar la razón cuando
afirmo que está más vivo que nunca. Studio54 cerró, la Factory puso fin a su
creación de estrellas y el pop, el trash y el underground ya no son lo que
eran. Pero queda el resplandor, una imagen difusa que sigue intentando no
apagarse. Mucho se ha dicho sobre Andy, aunque nunca es demasiado. Como no
podía ser de otra forma, hoy le quiero rendir mi pequeño homenaje. Así que voy
a intentar recrear algo que he llamado “mis primeros contactos con Warhol”.
Supongo que Él ha estado siempre rondando por mi
vida. Aunque alguien no sepa de arte –y mucho menos de arte contemporáneo– hay
determinados artistas y obras que conoce sin darse cuenta. Se ha banalizado
tanto la obra de arte que cualquiera puede tener un llavero de Frida Kahlo o un
carro de la compra con un Mondrian. El caso warholiano –adoro esta palabra– es
similar. ¿Cuántas adolescentes decorarán sus habitaciones con una burda copia
de las serigrafías de Marilyn Monroe? ¿O cuántos “alternativos” llorarían la
muerte de Lou Reed sin saber que fue Warhol el que lo hizo posible? Es uno de esos
artistas que ha invadido el globo terráqueo desde que puso un pie en él y
muchas veces pasa desapercibido.
Así que, sin mucha idea sobre quién era Warhol,
diría que ya lo conocía de siempre. De hecho, no me recuerdo antes de
sumergirme en su universo. La primera vez que me puse ante una obra suya fue
alrededor del año 2011, cuando mi gusto artístico rompía las barreras del
academicismo. Me topé con Él en la entrada de una exposición del CaixaForum
llamada L’efecte del cine. Ante mí se estaba reproduciendo Sleep,
la grabación de 5 horas de John Giorno, uno de sus amantes, mientras dormía. Un
primer contacto bastante peculiar.
Posteriormente, un día en clase de Historia del
Arte –algo que detesto por ser una estúpida forma de entender el arte– ,
recuerdo que se nos descuartizó la conocidísma serigrafía de la Campbell’s
Soup. Me pareció una forma tan burda de hablar sobre la obra que decidí
empezar a investigar por mi cuenta. Y aquí el universo warholiano se desbordó.
No es una crítica al consumismo, no es una imagen de la sociedad americana, no
es un ensalzamiento del capitalismo, no hay un trabajo filosófico ni estético
detrás, no hay reflexión, no hay debate. Es una maldita lata de sopa
reproducida en cientos de lienzos, muchas de las cuales ni tan siquiera llegó a hacer
Él. Se han dedicado a vendernos una gran mentira. Para conocer a Warhol tan
sólo hace falta tomar sus entrevistas o Mi filosofía de A a B y de B a A.
Es hablando con Él como se conoce al verdadero Andy Warhol.
Andy Warhol Campbell's Soup 1969 |
Está claro que le interesaba el arte, puede que
mucho más que a algunos que lo defienden a capa y espada, y le encantaba lo que
hacía porque si no, no lo hubiera hecho nunca. Pero sus motivaciones eran tan
infinitas que reducirlas a la serigrafía y, encima, dotar a esta de algún
pensamiento, es destripar a Warhol. No se le puede entender sin el maravilloso
trabajo que hizo produciendo a la Velvet Underground o la terrible
amistad que tenía con Deborah Harry. Revolucionó el mundo del cine cuando paseó
a Joe Dallesandro por la ciudad de Nueva York durante hora y media de puro
sexo. Fue, junto con John Waters, el hombre capaz de dar visibilidad al mundo
de las travestis. Sólo hay que pararse a pensar en Divine o en Candy Darling. Y
al mismo tiempo abría las puertas de la androgínia fotografiando a Grace Jones.
Y, más retorcido aún, vanagloriaba a la mujer teniendo al lado a su amada Edie
Sedgwick. Era un no parar de producir objetos de arte.
Andy Warhol y Divine en el Studio54 de Nueva York. |
Hace muy pocos días saltaba la noticia: Andy
Warhol había sido el artista más vendido en las subastas de 2013, llegando a
una recaudación de 367,4 millones de dólares, superando a su gran amigo y gran
artista Basquiat. Se me intentó censurar cuando le llamé estafador. Pero qué
otro nombre podríamos darle a alguien que sigue amasando una fortuna inmensa,
después de muerto, con algunas obras que ni siquiera Él hizo. Siento que tengo
un contacto tan grande porque he investigado tantísimo que asumo la potestad de
llamarle estafador sin sentirme mal. ¡No es algo negativo! ¡27 años de su
muerte y aún sigue triunfando! Es una estrella inextinguible.
Quizás me dedico a ensalzarlo por encima de lo que
hizo. Pero soy incapaz de controlarme cuando me hizo temblar al ponerme ante el
Mao de la Hamburger Bahnhof de Berlín. La emoción se desborda ante algo
que aparentemente está vacío de toda significación. Pero está lleno de Él. Si
hay un Olimpo de artistas, creo que Warhol prefirió no entrar y quedarse en los
alrededores, con los marginados, los rechazados, los yonquis del arte. Una vez
le preguntaron sobre la muerte, tema que le horrorizaba, y contestó: “la idea no
es vivir para siempre, sino crear algo que lo haga”. Bueno, está claro que lo
hizo.
Yo extasiado junto al Mao de Warhol. |
Charlie W.
Para aquellos y
aquellas que quieran seguir investigando sobre la vida y obra de Warhol, les
recomiendo tres libros que han sido, para mí, fundamentales:
Goldsmith,
Kenneth (ed.); Andy Warhol. Entrevistas. Barcelona: Blackie Books, 2010.
Hickey, Dave
(ed.); Andy Warhol. “GIANT”size. Hong Kong: Phaidon, 2011.
Warhol, Andy; Mi
filosofía de A a B y de B a A. España: Tusquets, 1998.
Y, por supuesto,
no dejéis de escuchar la música de la Velvet Underground y ved las
películas que produjo para Paul Morrissey.
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