domingo, 1 de junio de 2014

#TOP5 Artistas japoneses

Comprobado: estamos en el tiempo de las listas. Hay una tendencia actual entre los blogs y las revistas digitales a realizar entradas en las que se expone mucho y se dice poco. Pero crear un catálogo breve de elementos con algo en común también tiene cosas positivas: rápidamente, el lector descubre una serie de personajes, lugares u objetos por donde puede empezar a investigar sobre un tema. Es por ello –y por mi falta de tiempo para redactar algo con pies y cabeza– que me sumo a esta tendencia. Una vez al mes, podréis encontrar un #top5 de artistas, obras, museos o lo que se me vaya ocurriendo relacionado con el arte contemporáneo. Inauguran esta sección los actuales artistas japoneses. Os dejo con ella.

5. Takashi Murakami
¡No, no, no! No me lo confundáis con el escritor, vamos a empezar bien. Takashi Murakami es uno de esos artistas que mejor representan la imagen actual de Japón. Su obra se mueve desde las tradicionales formas de escultura y pintura hasta el diseño gráfico e incluso la moda, lugar donde creo que más ha acertado. En su arte se sintetizan dos elementos: el tradicionalismo japonés, mediante el que se formó, y el pop art americano. Que no es que yo esté un poco obsesionado pero lo llaman el Andy Warhol japonés, por haber creado una factoría artística en la que produce obras en cadena. Los amantes del manga adorarán a Murakami, puesto que consiguió llevar este estilo a los museos, poniéndose en contra de la crítica artística japonesa. Y todo ello en un ambiente de budismo, zen y un aura que invoca a Hokusai. Además, en los últimos años, el sexo explícito y desbocado es habitual en su obra. Destaca, para los devotos de la alta costura, su línea de bolsos en colaboración con la casa Louis Vuitton, una excepcional colección en la que unificó la temática japonesa, sus estrambóticas criaturas y la imagen tradicional de la marca francesa.

Takashi Murakami
727 - 727
2006
4. Motoi Yamamoto
Es, probablemente, el polo opuesto a lo que acabamos de ver. Si Murakami es excentricidad y egocentrismo, Motoi Yamamoto es un artista encerrado en sí mismo, dedicado a una práctica meticulosa y detallada que le procura infinitas horas de trabajo. Yamamoto trabaja con granos de sal. Las galerías de todo el mundo le contratan para que sobre sus suelos cree unos fascinantes tejidos de nubes, flores o figuras geométricas. El origen de su arte se encuentra en la muerte de su hermana: después de sufrir un cáncer cerebral y perderla a los 24 años, Yamamoto se dedicó a recuperar instantes detenidos en el tiempo, emociones que es incapaz de reproducir con la voz. La sal es ese elemento que en todas las culturas sana y purifica –a pesar de que en la cultura española siempre parece ir a lo negativo y es en ella donde la sal puede atraer la mala suerte–. El artista ha encontrado un paliativo a su dolor, manteniéndose a diario conectado con la sal para poder limpiarse. Una constante de todas sus creaciones son las líneas entrecruzadas, los giros, los laberintos; en definitiva, los caminos que no conducen a ninguna parte y la sensación de estar atrapado, tempestuosamente, siempre en el mismo lugar.

Motoi Yamamoto
Forest of beyond
2011 - 2012
3. Hiroshi Sugimoto
Silencio es el mejor término para definir la obra de Hiroshi Sugimoto. Dedicado por completo a la fotografía, el artista se dedica a captar las relaciones entre la luz y la oscuridad. En su obra, como en la de Yamamoto, el tiempo también parece haberse detenido. Ya sea a través del retrato, del paisaje o del objeto, Sugimoto encuentra elementos que emiten discursos sin voz. Lo sé, es algo difícil de comprender. Supongo que ejemplificarlo a través de una de sus obras lo hará más entendible: cuando el espectador se encuentra ante una monumental fotografía de un mar en calma, sabe que allí hay algo más. Es esa pausa silenciosa la que está interpelando al que contempla. Sugimoto se mantiene al margen. Él trae la obra para que diga algo. Podría atreverme a decir que ni siquiera el artista se atreve a decir nada más que lo que dice su obra. Ni el espectador ni el autor pueden emitir nada más de lo que la obra está transmitiendo. Es un limitarse a escuchar si es que quiere escucharse algo.

Hiroshi Sugimoto
Ligurian Sea, Saviore
1982
2. Yoko Ono
Era imposible hacer esta lista sin incluir a la japonesa más conocida de toda la historia de occidente. Sí. Porque Yoko Ono se fundó su carrera en Estados Unidos. Es por todos conocido su romance con John Lennon y la estúpida especulación de que fue ella la que separó a los Beatles. No voy a entrar en una polémica tan absurda. Para saber quién es Yoko, hay que conocer su arte. Y no vale con ver el vídeo en el que se dedica a gritarle a un micrófono durante un tiempo indeterminado. La artista ha hecho mucho más que llamar la atención. Es una de las mujeres que, a través del arte, ha conseguido que otras como ella pudieran tener un papel relevante en la sociedad. Ha luchado contra los cánones de belleza, contra el machismo o contra el problema racial. ¿Se ha formado un personaje a partir de ella? Puede ser. Pero cuántos artistas no han acabado siendo personajes y no por ello han hecho menos. Su lucha por la libertad de pensamiento y la paz en el mundo la dotan de una calidad superior a artistas que, aunque sean técnicamente perfectos, no consiguen decir nada con su arte.

Yoko Ono + John Lennon
Freedom
1970

1. Yayoi Kusama
Llegamos a lo más de lo más, a la apoteosis artística. Para el que lleve tiempo siguiendo este blog, supongo que se habrá dado cuenta de que me acaban interesando más los artistas en sí que su obra. Vaya, es lo que acabo de decir con Yoko Ono. Si coloco a Yayoi Kusama en el número 1 de esta lista es porque la relación que ha establecido entre arte y vida es terriblemente apasionante: como consecuencia de los traumas infantiles familiares, la artista sufriría una patología mental que marcaría toda su obra. Kusama está obsesionada con los puntos y por ello se dedica a representarlos constantemente en sus pinturas. Después de una experiencia en la que sintió como esos puntos la invadían, necesita verterlos sobre el lienzo para que no la lastimen. Afirma que si deja de pintar se suicidará. Fue la propia artista la que decidió internarse en un centro psiquiátrico para poder mantener viva su práctica artística y a ella misma. Es la expresión por excelencia de la paz japonesa unida a un ser indescriptible.

Yayoi Kusama
Horse play (Happening)
1965
Cinco artistas no son representación de toda una comunidad artística pero pueden dar una imagen de la situación actual en Japón. Para los que quieran investigar algo más, pueden seguir con Ushio Shinohara –y su mujer, una pareja imprescindible–, Sayaka Ganz, Junichi Nakamura, Koreiko Hino o Taisuke Mori. También sois libres de aportar en un comentario vuestro artista japonés predilecto. ¡Ah! Y voy a hacer una excepción y mencionaros a Katsushika Hokusai y Maruyama Okyo, pintores del siglo XVIII pero necesarios para entender el actual arte japonés. Si algo tiene Japón es que ha conseguido que su cultura esté profundamente arraigada en el arte, ya sea a través de la paz milenaria o de la contemporaneidad más rabiosa.

Charlie W.

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