domingo, 6 de abril de 2014

Artópicos

Si uno abre un libro de texto escolar de Historia del Arte, además de sentirse horrorizado por la forma en que se destripa el espíritu artístico, se encontrará, azarosamente, con cosas como: «con la reproducción de la lata de sopa Campbell, Warhol aproximó la expresión artística a la clase popular; demostró que un objeto puede ser transformado en arte, denunciando a su vez la cultura de consumo y representando a América con sólo una imagen.» ¡Qué sarta de estupideces! Si uno, después de haber leído esto, se dedica a buscar entrevistas del artista, su autobiografía y demás material crítico, se encontrará con que le han engañado de la peor forma. No voy a dedicarme a desmitificar a Warhol aquí –ya hay otra entrada en este blog que lo hace–. Esto me sirve de pretexto para demostrar que aquel que se inicia en el estudio del arte se encuentra con elementos que deformarán la realidad. Si esta persona se limita a este tipo de informaciones banales, se acaba cargando de ideas defectuosas que traspasa a los que le rodean. Es así como se ha acabado creando una sociedad en torno al arte contemporáneo que lo rechaza por unos tópicos claves que hoy vengo a desgranar.

«El arte contemporáneo no es arte»

Esta frase es corriente en aquellos que aparecen en los museos como si ocurriera el deus ex machina de una tragedia griega. No saben como han llegado hasta allí pero se creen capaces de resolver la situación con sólo abrir la boca. ¿Justificación? Ninguna. Pero como es algo que deben haber escuchado de algún puritano que sigue afincado en la Florencia de los Médici, sublimando eternamente a Miguel Ángel, consideran que pueden hacerse suyo este argumento. Razones tendrá alguien que lleva toda su vida dedicada al estudio del Renacimiento para creer que no hay arte a partir del siglo XX. Pero que una de estas garrapatas sociales sin criterio se lo apropie para dárselas de entendido… Lea usted un poco y dedíquese a reflexionar cuando cruce la puerta del museo en vez de hacer una batida en media hora para conseguir el máximo de selfies junto a un cuadro para poder compartirlo después con otros mil amigos de Facebook que inútilmente pensarán que entiende de arte.


Marcel Duchamp
Fountain
1917
«Es que yo de arte no entiendo»

¿Entiendo yo de fútbol? Cero. Así que ni hablo de ello, ni lo veo, ni compro un periódico de deportes, ni voy por el mundo visitando campos de fútbol. Dejen de pensar que necesitan entender de arte. De verdad. El mundo va a seguir girando. Si hemos llegado hasta aquí con siglos de analfabetismo artístico, por qué empeñarse ahora en que todo el mundo debe comprender el arte. ¡Que sería magnífico, no lo niego! Pero se ha perdido el rumbo. Saber de arte no es tener una larga lista de obras mundialmente conocidas que se van tachando a medida que se van viendo. Ni yo mismo sé qué es eso de entender de arte. Vaya, ni Picasso sabía muchas veces sobre lo que pintaba. Pero mientras uno tenga la mente abierta, puede acercarse al arte sin ninguna intención de comprender nada. El arte está ahí. Dialogue usted con él y a ver qué pasa.

«Eso también lo sé hacer yo»

Este tópico va irremediablemente colocado en boca de un adolescente pseudorebelde que intenta impresionar a sus compañeros de clase ante la imagen de un Pollock. No tengo la menor duda de que esta garrapata podría hacer algo parecido a la obra del expresionista americano. Aunque el dripping no sé si sería con pincel y pintura. Ya sabéis, la obsesión onanista va por encima del gusto estético en un quinceañero superhormonado. ¿Para qué hacerle caso? No vale la pena. Es una pérdida de tiempo detenerse a explicarle que sí, que él podría hacerlo, pero que Pollock estaba antes que él, y que por eso la obra de uno vale millones y la obra de otro no sirve ni para colgarla en la nevera de su abuela. Aquí hay alguien culpable de que todas estas generaciones hayan perdido el interés por el arte. Lo que hay que oír.

Jackson Pollock
Mural
1943
«El arte ya no es popular, se ha alejado de la gente»

Bueno, esto ya es para un nivel algo superior. Aquí vuelve la figura del puritano, del entendido en arte, del que moriría por salvar el aire contenido en las Meninas de Velázquez pero que vomita sobre la tumba de Dalí. ¿Cuándo ha sido el arte cercano a la gente? Reflexionemos. ¿Para quién era el arte renacentista y barroco? Para la Iglesia y para la “clase política”. ¿Dónde guardaba Goya las pinturas que no hacía para ninguno de estos dos estamentos? En su casa. ¿Qué se dedicaron a pintar los románticos? A la clase burguesa. Y así podría hacer con todo. Si el arte ha estado cerca de la gente alguna vez ha sido ahora. Podría aceptar el Románico como etapa en que el arte también iba dedicado al pueblo. Pero los fines son tan maquiavélicos que no sé si puede considerarse popular. Ha sido en el último siglo cuando se han derruido esos grandes bastiones de poder, que controlaban el academicismo y oprimían al artista, separándolo de la calle. El arte ha vuelto a la gente y no lo hacía desde que las primitivas tribus se dedicaban a decorar cuencos y a hacer figuras de diosas fecundas. Es la sociedad la que se ha alejado ahora del arte. 

Spencer Tunick
Düsseldorf 4 (Museum Kunst Palast)
2006
La lista de tópicos podría ser mucho más larga pero vivimos en unos tiempos tan rápidos que gloria será que tú hayas llegado hasta aquí. Podríamos hablar de la muerte del arte, de las extrañas cosas que uno ve en un lienzo, de lo elitista que es la clase artística… Tantísimos tópicos que pueden desmontarse con algo de criterio. Mi objetivo no ha sido ponerme por encima del resto y señalar con dedo acusador a los paganos que insultan al arte. Como tantas otras entradas, esta tiene la intención de remover conciencias. Si algún propósito tiene este blog es el de hacer ver que el arte puede llegar a todo el mundo. Pero el mundo debe empezar a girar hacia el arte.


Charlie W.

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