domingo, 30 de marzo de 2014

¿Puede mentir el arte?

Esta última semana, el mundo del arte se ha visto agitado por un acto frente al que uno no puede quedarse impasible: un performer español se desnudaba ante la Venus de Botticelli, en la Galleria degli Uffizi (Florencia), mientras le lanzaba pétalos y exclamaba “Freedom! Freedom!”. Antes de nada, debo decir que estoy totalmente a favor de un acto de tal magnitud. Si una de las vías que tiene el arte es la provocativa, Adrián Pino, que así se llama el artista, la ha explotado al máximo. Además, en una entrevista con El Mundo, Adrián asegura estar obsesionado con la obra. Habla de ella como una transición entre lo bello y lo siniestro y menciona a Eugenio Trías como desarrollador del concepto. Así que, en lo teórico, me tiene ganado. Pero como siempre me cuestiono hasta el más mínimo detalle de cada cosa, hoy me pregunto: ¿cuánto hay de cierto en esta acción?

Instante de la performance de Adrián Pino
Pongámonos en situación. A través de las redes sociales, una de las guías turísticas de la galería compartió las fotografías de lo sucedido y así se ha convertido en noticia internacional. La performance se resume a lo que he comentado antes: Adrián se desnudó ante la Venus y le lanzaba pétalos arrodillado. Posteriormente, la policía italiana acudió con unas sábanas para sacarlo de allí y llevarlo a comisaría. Fin de la performance. Pero fin de la performance aquí, cuando desaparece el performer. A ver si entendéis por donde voy. El acto no se acaba con el artista lanzando pétalos sino con los policías tapándolo y llevándoselo. Si hacemos una sencilla asociación entre la performance y el cuadro, vemos que él estaba desnudo como la Venus, los pétalos de flores aparecen en ambos espacios y, lo más curioso, hay un personaje que llega a cubrir al protagonista de la obra. En la pintura es la Primavera, en la acción fueron los Carabinieri. 


¿Puede ser producto de un montaje? Pues por poder serlo, puede. Si hay una característica por la cual el grueso de la sociedad es reticente al arte actual es el hecho de sentirse engañada. Y esta performance guarda ese componente. No estoy afirmando con esto que Adrián Pino tuviera un contrato con la galería para que así, ambos, consiguieran publicidad a nivel mundial. Este blog es tan pequeño que todavía no tiene la capacidad para ponerse en contacto con el artista y saber de primera mano lo sucedido. Pero tampoco se pretende hacer una especulación conspiranóica. Lo único que aquí se está diciendo es que cabe la posibilidad de que no fuera un acto totalmente libre. Resulta extraño que las fotos que han llegado a ojos de todos estén tan bien encuadradas que en ningún momento se ve el desnudo completo de Adrián. No me confundáis con un voyeur, no tengo necesidad. Pero si fue un acto improvisado, ¿cómo puede haber tanto material fotográfico? Es más: si se quiso echar de la galería rápidamente al performer, ¿por qué tuvieron que esperar a que llegara la policía y no actuaron los propios guardias de seguridad?


Cuando saltó la noticia, me recordó inmediatamente a algo similar que sucedió en el MoMA hace pocos años y no tuvo tanta resonancia. Durante la retrospectiva de Marina Abramović, gran cantidad de personas acudían al museo para disfrutar de la obra estrella: podían pasar unos minutos sentados frente a frente con la propia Marina, en silencio, sin hacer nada más que mirarla. Resultó que una de las visitantes quiso sentirse tan libre frente a la artista que se desnudó. La actuación de los guardias de seguridad –aunque esto de seguridad es algo falaz porque no había peligro alguno–  fue inmediata y sacaron a la chica de allí entre gritos y lágrimas. 

Imagen de lo sucedido durante la performance
de Marina Abramović en The artist is present

Por eso resulta tan peculiar que a Adrián le diera tiempo a desnudarse, completar su acto, que los demás le hicieran fotos y, por retorcer más la cuestión, que los que fueron a sacarle de la sala reprodujeran la acción del cuadro. Vaya, que sólo faltaban un par de turistas soplándole en el pelo. Pero, más allá de la intención real que pudieran tener ambas partes, debe reconocerse que la acción del artista ha servido para algo más que para formar revuelo entre los más puristas del mundo artístico.

Ante todo, la sociedad no se ha dado cuenta de lo absurda que es: se arma un escándalo tremendo porque un hombre se desnuda en un museo pero no se escandalizan de la mujer desnuda que había en la pintura frente a él. Sigue perviviendo ese analfabetismo artístico que intentó censurar a la Olympia de Manet a mediados del siglo XIX porque esta era demasiado provocativa cuando Bouguereau pintaba también mujeres desnudas que eran totalmente aceptadas. La diferencia estaba en que lo que presentaba Manet era algo real, se adentraba en el espectador, mientras que Bouguereau lo adornaba de bucolismo y mitología. Y ahora ha sucedido lo mismo: la Venus de Botticelli es una deidad romana y, como tal, no espanta, porque no es una mujer, sino una alegoría. En cambio, cuando el desnudo es de carne y hueso, se pone el grito en el cielo. Porque la gente se siente herida. Y ese dolor viene dado por una identificación del público con el performer. Aquel que se haya exclamado con este acto, no lo habrá hecho por cuestiones artísticas sino morales. Se juzga el desnudo porque tiene la capacidad de juzgar a la sociedad. El público se siente atacado y responde con rechazo.

"Una mujer"
Así pues, ¿verdad o mentira? Esto queda a la libre interpretación del lector. Juzguen ustedes mismos. Si en algo se parece esta entrada a la performance de Adrián Pino es que ambas tienen una voluntad de cambio. Desde aquí se pretende que el público reflexione con libertad, criterio y objetividad. Supongo que, aunque pudiera haber un vínculo entre la galería y el performer, la pretensión básica era remover la consciencia social y hacer ver que seguimos atados a absurdos tabús que nos condicionan en exceso. Si espanta el hecho de ver a un hombre desnudo dentro de un contexto artístico, ¿qué diablos significa, entonces, libertad?


Charlie W.

3 comentarios:

  1. El problema de los lenguajes es la materialidad, en otras palabras: la mentira. Quizás por eso una de las genialidades del arte, a diferencia del habla, es que la mentira es siempre más discreta (o más pura, diría yo). De esto habló mucho Nietzsche. Es curioso, Carlos como en el arte una mentira puede ser pura sin dejar de tener este lado oculto de realidad. En cuanto a la libertad, no me atrevo a decir palabra porque es un término que merece mucho estudio y no estoy preparada todavía para juzgar nada a cerca de eso. Un saludo.
    MP

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    1. Que el arte mienta no quiere decir que sea algo negativo, claro está. ¿Pero que nos engañe? Son dos conceptos distintos. Supongo que es cuestión de la persona que considera que practica el arte. Si alguien quiere decir a los demás que su obra es arte cuando en realidad sabe que no lo es, entonces digo que nos engañan. Puede que en realidad sea lo humano, con voluntad de engañar, lo que engaña, y no el arte.

      Gracias por comentar, siempre es un placer.

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  2. Me ha parecido genial esta entrada, gracias , gracias por sugerirme que la visitara.
    Como ves en la mía, la cosa va de ironía dejando entrever las consecuencias del acto, nada gratuito por supuesto a mi entender. http://lostbarcelona.blogspot.com.es/2014/04/adrian-se-enamora-de-la-venus-de.html?showComment=1397715621913#c6630082572413944151

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